María Arandia se precia de saber para dónde va la economía, gracias a que trabaja con las manos. Pero no solo lo hace con las propias, sino también con las ajenas, pues esta bogotana que lleva años recorriendo las calles de la capital es una manicurista a domicilio que, mientras aplica un esmalte aquí o remueve una cutícula allá, escucha lo que le cuenta su clientela.
Y eso de oír tantas opiniones al día la lleva a concluir que quienes contratan sus servicios no solo expresan…