En una humilde vivienda del barrio Marroquín II, en el distrito de Aguablanca de Cali, una mujer guardó silencio, en medio de golpes y maltratos durante años.
Vivía con su hijo, quien, de acuerdo con los primeros informes de la Policía Metropolitana de Cali, se convirtió en el enemigo en su propia casa, en el oriente de la ciudad.
Pese a las insistencias de vecinos de la mujer que le decían que denunciara a su hijo por las constantes agresiones, no lo hizo.
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