Luego de tener una discusión con varios sujetos, a un joven de 26 años lo amenazaron de muerte en el barrio Tocaimita, de la localidad de Usme, pero jamás se imaginó que cumplirían a cabalidad con su palabra y lo asesinaron.
A un joven de 26 años le cumplieron sobre la mañana de ayer la sentencia de muerte que le habían lanzado horas antes en el barrio Tocaimita (Usme). Ante la mirada de los residentes de este sector, miembros de la Policía y de criminalística del CTI adelantaron las labores de inspección técnica al cadáver, que quedó tendido boca abajo con lago hemático a su alrededor.
“Los hechos sucedieron a eso de las 5:40 de la mañana. Aquí la comunidad es compleja; este hecho, al parecer, se dio por una riña que tuvo la noche anterior. El occiso era el que iba y ponía el agua todos los días, por lo que pasaba por este punto”, señaló un oficial ayer a Q’HUBO.
Sentencia de muerte
Recién se asomaron los primeros rayos del sol en la invasión Tocaimita, en la Calle 89 B bis sur con Carrera 10C bis este, las detonaciones de un arma de fuego hicieron eco por el sector. El sonido retumbó en las casas que limitan con el parque Entrenubes.
“En este sector hay líneas de microtráfico, entonces en la riña que tuvo horas atrás el joven posiblemente terminó ofendiendo a alguno de ellos y estos no se quedaron con la espinita, entonces ya en la mañana, conociendo su rutina, lo abordaron para matarlo”, señaló un vecino.
Q’HUBO pudo conocer que la víctima de este terrible crimen con arma de fuego fue identificada como Gustavo Muñoz (26 años), de la comunidad indígena Nasa. Según algunas versiones que reposan en manos de las autoridades sobre este crimen, la noche anterior el muchacho se encontraba tomando en un establecimiento del sector, cuando un grupo de jóvenes se cruzó frente a él.
“Al lado de la tienda en la que se encontraba queda una ‘olla’, entonces pasaban unos pelados y la víctima se puso a decirles que eran ladrones, que vendían droga y terminaron agarrados a golpes”, agregó la comunidad.
La terrible confrontación que tuvo Gustavo en medio de los tragos fue el detonante para que uno de los sujetos que estaban involucrados lo sentenciara de muerte, declarando que le quedaban pocas horas de vida.
Dicho y hecho, fue lanzar esas palabras para que al poco tiempo, cuando Gustavo estaba de regreso tras cumplir con su labor de poner el agua en el sector, fuera sorprendido por las manos criminales que sin compasión desenfundaron el arma de fuego y la accionaron contra él en repetidas ocasiones.
“Se escucharon como tres tiros, el pelado tenía una herida en la cabeza y estaba vestido con una chaqueta verde militar, un pantalón oscuro y unos tenis negros. Él estaba trabajando con unos ingenieros y era el que debía poner el agua. Quienes lo hicieron debían conocer su rutina, que pasaba por este lugar para cumplir con su labor”, dijo un morador.
Por el momento, las autoridades señalaron que el caso se encuentra bajo investigación y que, por el momento, no hay capturas. De otro lado, también indicaron que en este punto se vive una situación compleja, ya que allí habitan excombatientes, firmantes de paz, comunidad indígena y víctimas del conflicto armado.
