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La cultura ha salvado a muchos niños

La cultura ha salvado a muchos niños

Esta historia comienza en 1988, cuando un niño de escasos recursos entra a aprender música en la Casa de la Cultura de Marsella, sin siquiera imaginar que con ello daría el primer paso a ser músico profesional y llevar tras de sí los procesos de miles de pequeños de este municipio que con los años se convirtieron en colegas músicos y capacitadores como él. En esta narración apareció en repetidas oportunidades el nombre de don Gilberto López, a quien Carlos Julio Ocampo evoca con agradecimiento.

 

‘Para mí es un templo’

El maestro Ocampo lleva 25 años enseñando música en aquella casa que después de haber pertenecido a la comunidad de las Bethlemitas, fue cerrada a finales de la década de los años 70, por varios años y finalmente rescatada por un grupo de jóvenes ‘cocacolos’, muchachos que pertenecían a las familias más reconocidas del pueblo, quienes la compraron para tener allí un lugar con una mesa de ping pong, un cuarto de televisión y un espacio para leer.

 

El tiempo pasó, el niño de esta historia hizo todo el proceso hasta que salió de bachillerato y fue el momento de entrar a la Universidad Tecnológica, para lo que también contó con mucho apoyo, porque ni siquiera tenía la forma de viajar hasta Pereira, todo este esfuerzo se vio reflejado en una tesis laureada sobre ‘Nueva metodología para enseñanza de la música popular bailable’, “se trata de combinar que un niño empiece a tocar a oído y con partitura al tiempo”, pero él se había vinculado como instructor desde antes de terminar la carrera, cosa que lo ayudó mucho económicamente. 

 

Los terremotos de 1995 y 1999, también pasaron su cuenta de cobro contra esta edificación, el Fondo para la Reconstrucción del Eje Cafetero (Forec) no podía intervenir al ser una propiedad privada, para salvarla fue necesario que el grupo que había comprado la casa la entregara en comodato a la Gobernación de Risaralda, así este maravilloso lugar quedó de nuevo perfecto para recibir a los niños. El comodato terminará en 2027, será tarea de los próximos gobiernos departamental y municipal de Marsella, hacer las labores necesarias para proteger este patrimonio.

Independientemente de la edad, el género o la condición social, para todos hay las mismas oportunidades.

Los procesos 

“Lo que don Gilberto quería inicialmente era que los niños tuvieran otra opción diferente a la violencia, la drogadicción y la prostitución, males que permanecen pero no en las cifras que podrían estar. La Casa desde el inicio ha sido un resguardo para la juventud”, comenta sobre el proceso Carlos Julio, quien apenas tiene 47 años. “Han salido muchachos que están en las diferentes universidades de Colombia y en la Banda Sinfónica de Pereira hay también varios”.

 

El maestro Ocampo se va a caminar por los lugares que son reconocidos para el consumo de sustancias en el pueblo, mira que ninguno de los niños que esté en el proceso de las artes esté por allí, si lo encuentra llama a los padres y le hacen acompañamiento, incluso si hay negación por parte del menor, se le hacen exámenes de laboratorio para determinar la presencia en sangre.

 

En este momento surge la pregunta ¿y los malos qué le dicen? y él en forma de anécdota contesta: “es que hasta los que mandan en esos lugares alguna vez fueron a la Casa de la Cultura y me conocen, ellos saben pero no pasa nada, no conozco a nadie en Marsella que no me quiera. Es más, cada que los niños llegan o se van les informo a los papás por WhatsApp”.

 

Ha sido un éxito en todo el sentido de la palabra, porque con la música han ganado varios premios en competencias nacionales. “Se les dan las bases pedagógicas y metodológicas, porque la música es una profesión que merece respeto y hay una cantidad de factores que conllevan a que sea una buena elección, como estilo de vida”. Los interesados arrancan desde los 5 años, Ocampo resalta que sin el compromiso asumido por la Gobernación y la Alcaldía municipal, nada de esto sería posible.

En esta imagen puede estar el próximo orgullo del departamento.

La comunidad cree

“Estos procesos tienen una seriedad a tal punto que un niño aprende a ser completamente responsable en la vida. Todo, todo está basado en esto, aprenden a manejar los tiempos para cumplir y cuando salen a una universidad o un trabajo son jóvenes muy estructurados”, el profesor dice también que son niños de bien que al aprender a utilizar el tiempo libre están alejados de los peligros de la sociedad. “La sola banda sinfónica está conformada por 60 niños entre los 7 y los 13 años, en la orquesta tengo 36, en danzas hay 300, en la banda marcial casi 100 y todo eso va sumando,va sumando”.

 

Hay tanta apropiación de esto por parte de la población que este año votaron a favor de los procesos de la cultura en un Presupuesto Participativo, lo que terminó en una buena inversión para la Casa. “La lucha que tenemos nosotros es contra los mismos efectos de la juventud, tratar de que los problemas sociales no se absorban a los niños”. ‘La bulla grande y bonita’, se escucha de lunes a viernes desde las 3:00 a las 8:00 p.m.

 

Cifra

16 mil habitantes tiene Marsella aproximadamente y 1.000 niños son impactados anualmente por la oferta en artes a cargo de 12 profesores.

 

Los cursos de la Casa

Teatro, pintura, danzas, cuerdas pulsadas, banda sinfónica, grupo vallenato, orquesta tropical bailable, iniciación musical, coro, tenis de mesa y ajedrez, más los niños que se impactan en las clases de las escuelas rurales.

 

Dato

Sobresalen un músico reconocido en el ámbito internacional como escritor para música clásica y  Manuela, la niña genio de la tuba que fue escogida para la Sinfónica Juvenil de Colombia y la Banda Filarmónica de Suramérica. También hay profesores en todo el país y músicos en la Sinfónica de Barcelona, todos salieron del proceso en Marsella.

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Written by jucebo

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