Las llamas que se extienden por el territorio nacional tienen sofocadas las reservas naturales y junto a ellas los cientos de especies nativas que han tardado años en robustecer los bosques que hoy por hoy amanecen calcinados a raíz de la crisis climática que empeora con el fenómeno de El Niño.
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A pesar de los esfuerzos de las autoridades locales y los cuerpos de socorro por apagar los incendios forestales que se activan cada tanto, el panorama no es alentador cuando de recuperación se trata. Los terrenos áridos y carbonizados podrían tardar hasta 50 años en restaurarse y reproducir nuevamente las especies únicas que los habitan.
Una de las pérdidas más preocupantes son los frailejones que se imponen en los páramos. Esa especie de planta que desempeña un papel vital en la regulación del flujo de agua captando la humedad del aire para luego liberarla en el suelo y convertirse en una fábrica natural de abastecimiento hídrico.
Una de las imágenes más dolorosas que ha dejado la temporada de incendios forestales en el país es el campo de frailejones calcinados en el Páramo de Berlín, una reserva que los habitantes cuidaban desde hace más de 20 años y que en menos de 36 horas las llamas consumieron más de 100 hectáreas. Ese cementerio de frailejones tardará, aproximadamente, 50 años en volver a restaurarse. Un estudio del Instituto Humboldt determinó que esta especie necesita casi 100 años para alcanzar, de nuevo, alturas de 2 metros o más.
El escenario se repite en casi todo el territorio nacional. Los incendios tienen bajo amenaza otras reservas naturales como el Parque Nacional El Tuparro, en Vichada, donde el fuego ya consumió más de 8.000 hectáreas de las 548.000 que lo componen. Es, además, una zona reconocida por su amplia biodiversidad entre llanos, morichales y bosques de galería. A esta reserva natural la atraviesa el río Tomo, Tuparro y Caño Maipures del Sur.
Otro panorama desalentador fue el que se encontraron los miembros de la Defensa Civil en el incendio que se desató el pasado 20 de enero en una montaña en Piedecuesta, Santander. Al momento de sofocar las llamas, los rescatistas encontraron la agonía de varios animales que no pudieron escapar del incendio, pero que lograron ser rescatados y atendidos por médicos veterinarios con un diagnóstico reservado.
También encontraron los cuerpos sin vida de jaguares, serpientes, gallinetas, ratones de monte, osos hormigueros, boas, iguanas y algunos animales domésticos que, por cuentas de las altas temperaturas de los últimos días en esa región del país, huyeron de sus casas rumbo al bosque, para refrescarse.
El incendio alcanzó a consumir casi 300 hectáreas que se sumaron a las 17.192 que se han perdido en el país a causa de los incendios forestales. Según las autoridades, en los últimos días de altas temperaturas han ocurrido más de 340 incendios en regiones que siguen bajo alerta por los focos activos de calor. El panorama es tan preocupante que el pasado miércoles el presidente Gustavo Petro decretó desastre natural y destinó recursos económicos para atender las emergencias. Además, pidió ayuda a los países miembros de Naciones Unidas para apagar las llamas. Aunque Estados Unidos, Perú, Chile y Canadá respondieron a ese llamado, aún no han llegado a Colombia refuerzos de esas naciones.
El primer diagnóstico es reservado.
Sin embargo, hay otro factor que se suma a las altas temperaturas que provocan incendios. Resulta que hay especies exóticas que fueron introducidas en los bosques nativos. Esa vegetación no nativa transformó, por ejemplo, el ecosistema de los Cerros Orientales en Bogotá, que actualmente atraviesan uno de los incendios más voraces de la historia. El eucalipto, el retamo espinoso y los pinos son consideradas especies pirófitas porque liberan materiales que avivan los incendios.
En medio de la emergencia, expertos esperan “adelantar procesos de recuperación con flora local que potencie nuestra biodiversidad y sea menos favorecedora de incendios”, explicó Carolina Pardo, decana de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario para EL COLOMBIANO.
Sin embargo, el tiempo es uno de los factores que juega en contra. La recuperación de todo el bosque tardaría aproximadamente 30 años y desde la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca explicaron que en las zonas donde se ha quemado vegetación del bosque Alto-andino, los procesos de restauración tardan mínimo 10 años.
La situación en los Cerros Orientales se agrava cuando se trata de especies animales. En medio de la emergencia han optado por desplazarse, aún heridos, hasta las zonas urbanas. La secretaría distrital de ambiente ha atendido individuos de Coatí (Nasua olivacea), Búho orejudo (Asio stygius), Chotacabras (Systelluras), lagarto collarejo (Stenocercus trachycephalus), e incluso pequeños murciélagos.
Así mismo, Tania González, profesora de la Universidad Javeriana, explicó para EL COLOMBIANO que se debe tener en cuenta la perturbación directa e indirecta a los animales, pues no es solo que el fuego los alcance. Según el biólogo investigador, Oswaldo Cortes, pájaros como la Tingua bogotana, la Alondra cornuda y la reinita payasito se han visto afectados a raíz de que sus opciones de hábitat y alimentación se ven drásticamente reducidas tras los incendios que golpean con fuerza a los Cerros Orientales en Bogotá.
COLPRENSA