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La capital colombiana enfrenta un reto significativo con la calidad del aire, y recientes estudios académicos han arrojado nueva luz sobre las repercusiones de la contaminación atmosférica en la salud de sus habitantes.
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Un exhaustivo informe del Instituto de Genética Humana de la Pontificia Universidad Javeriana, respaldado también por el Hospital Universitario San Ignacio y las universidades Nacional y Distrital Francisco José de Caldas, revela que la exposición continua a materiales en suspensión está generando cambios notables en el sistema respiratorio de los bogotanos. Este estudio ha sido difundido a través del medio de comunicación Pesquisa Javeriana.
La investigación se ha centrado en cómo los contaminantes del aire, especialmente el material particulado o PM (por sus siglas en inglés), están afectando la salud respiratoria de individuos que no presentaban enfermedades previas. Incluso personas sin antecedentes de afecciones como el asma están mostrando características respiratorias similares a quienes padecen esta enfermedad.
La contaminación del aire en entornos urbanos como Bogotá tiene varias causas. Entre las más significativas se encuentran:
– El crecimiento constante del parque automotor.
– Aumentos en la actividad industrial.
– Factores geográficos que facilitan la acumulación de contaminantes.
La presencia de sustancias nocivas en la atmósfera, como dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, ozono y monóxido de carbono, está directamente relacionada con la quema de combustibles fósiles. Estas actividades humanas son las principales responsables de la degradación de la calidad del aire, afectando de manera significativa la salud de la población.
El trabajo del Instituto de Genética Humana puntualiza que este aumento en la contaminación tiene un impacto directo en la salud pública, incrementando el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Además, se han identificado cambios epigenéticos, es decir, modificaciones en la expresión genética influenciadas por el ambiente, que pueden tener consecuencias a largo plazo.
Adriana Rojas Moreno, profesora del Instituto de Genética Humana de la Pontificia Universidad Javeriana, aclara que los cambios observados en el ADN no siempre son el resultado de mutaciones genéticas. En cambio, el ambiente puede modificar cómo se expresan ciertos genes sin alterar su estructura básica. Rojas explica que el ADN puede compararse con una serie de bombillos que pueden encenderse o apagarse. Las condiciones ambientales, como el aire contaminado, pueden activar o desactivar estos genes, alterando las características visibles en el organismo.
El estudio también aborda el impacto del material particulado (PM) en el ser humano. Este tipo de contaminante se compone de partículas sólidas y líquidas suspendidas en el aire y se clasifica en función de su tamaño, siendo las PM10 y PM2.5 las más comunes. Debido a su tamaño diminuto, estas partículas pueden penetrar profundamente en el sistema respiratorio y el torrente sanguíneo, causando diversos efectos adversos.
Las estadísticas son alarmantes: según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación del aire está relacionada con 6.7 millones de muertes prematuras anuales a nivel mundial. En Colombia, se estima que la mala calidad del aire y del agua contribuyen a 17,549 muertes cada año, lo que representa el 8% de la mortalidad anual del país, según el Informe de carga de enfermedad ambiental en Colombia (2019) del Observatorio Nacional de Salud (ONS) del Instituto Nacional de Salud (INS).
Daniel González Cubides, investigador que condujo este proyecto como parte de su tesis doctoral, destaca que muchas localidades de Bogotá no cumplen con los niveles permisibles de concentración de material particulado, establecidos por organizaciones de salud internacionales. Localidades como Tunjuelito y Kennedy, entre otras, superan hasta diez veces los niveles recomendados en horas de alta congestión vehicular.
Estos hallazgos enfatizan la urgencia de seguir investigando los efectos de la contaminación en la expresión genética. Las condiciones específicas de Bogotá, como su clima y altitud, proporcionan un contexto único para estos estudios.
Los efectos de la contaminación son palpables en el día a día de los habitantes de estas localidades, manifestándose en síntomas inmediatos como ardor en los ojos y la sensación de partículas en la piel. La comparación de muestras de sangre entre personas sanas y pacientes con enfermedades pulmonares ha mostrado cambios moleculares que podrían predisponer a individuos sanos a desarrollar afecciones respiratorias a largo plazo.
El análisis epigenético sugiere que la exposición continua a material particulado puede provocar cambios en los genes, haciéndolos más susceptibles a enfermedades como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o el asma. Aunque estos cambios pueden revertirse al reducir la exposición a la contaminación, la situación actual en Bogotá resalta la necesidad de políticas más estrictas y de mayor conciencia pública sobre la importancia de mantener un aire limpio.
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