Tenía 31 años. Angélica Mayolo no sabía exactamente para qué la habían llamado de la Casa de Nariño. Entonces, ocupaba la presidencia ejecutiva de la Cámara de Comercio de Buenaventura y había logrado tender puentes de entendimiento con los jóvenes que, para esa época, protestaban en todo el país. Creyó que quizá por ahí iba la cosa o que, frente a la difícil situación que enfrentaba el puerto, le pedirían su opinión para levantar rápidamente los bloqueos.
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