Hunden al pueblo y después posan de dignos. Por decir en un artículo que Cristhian Fernández era uno de los escuderos del alcalde James Padilla, después de que este presentara una ponencia favorable al polémico empréstito de 176.000 millones de pesos, tuve que soportar sus pucheros y pataletas de concejal indignado, de hombre correcto que supuestamente solo quiere lo mejor para Armenia: concesiones, deudas y privatizaciones.
Fernández es el arquetipo del concejal que no necesitamos: un joven preparado, profesional, que habla y escribe de manera aceptable, pero que vive engañándose. Lucha con su yo bueno para convencerse de que las decisiones que aprueban son positivas para la ciudad, aunque sabe perfectamente que no es así. Sus votos no son más que puñaladas traperas al pueblo, disfrazadas de progreso.
¿Le pagan por su voto? No se me altere, preguntar no es calumniar. Es que en el Concejo abundan los lambones de carrera, esos que integran el comité de aplausos de Padilla. Dígame ¿qué piensa el conservador Álvaro Jiménez Giraldo y de Juan Diego Palacio, del Centro Democrático? Sin pena fingieron ser oposición para postularse a la primera vicepresidencia de la mesa directiva, y sus compañeros, sabiendo que son falsos opositores, votaron por ellos. Mientras tanto, Jonatan Rojo, un opositor de verdad, se postuló y no fue elegido. Feo ¿no? ¿Usted por quién votó? Porque, eso sí, se pasaron por la galleta el Estatuto de la Oposición.
Me toca decir las cosas claras, aunque les dé rabia, aunque salgan a intentar ofenderme. Es un defecto mío: no quiero decir nada, pero las palabras se me escapan por los dedos. Como cuando usted, Fernández, dijo que yo escribo mis artículos porque soy cercano al gobierno departamental. No, señor. Escribo porque me da la gana. Y por eso le pedí, amiguito, que no entrara al terreno de la suposición. Porque, si quisiera, podría hablar de lo obvio: que su riesgo político es “sanguíneo”, dado que su padre y su hermano fueron condenados por corrupción mientras eran concejales de Armenia. Usted insiste en que no tiene responsabilidad por los actos de ellos. Ah, bien, lo tendré en cuenta, pero negar hasta al papá… eso sí da miedo.
También me pareció absurda su sugerencia de que me lanzara al Concejo. ¿No entiende la dinámica? Yo soy prensa: usted la embarra y tapa con arenita; yo, entre arcadas, quito la arenita y exhibo el desastre. Los corruptos, como los gatos, tienen siete vidas, pero estas también se agotan.
Usted, Fernández, también fue ponente del empréstito de 60.000 millones de pesos. Ahora bien, ¿cuántos debates de control político promovieron sobre ese proyecto? Cero. ¿Cuántas mesas de trabajo lideró para evaluar los avances de la inversión? Cero. ¿Cuál fue el impacto real de esas obras? ¿Cuántos beneficiarios hubo? ¿Ya se hicieron todos los desembolsos? Preguntas que siguen sin respuesta.
Por segunda vez, se aprobó el empréstito de 176.000 millones de pesos, a pesar de que el Tribunal Administrativo del Quindío lo declaró inválido en una oportunidad. Subsanaron las fallas legales, pero nadie mencionó lo más evidente: el empréstito es inconveniente. Armenia, este año, aprobó el presupuesto más alto de su historia, tiene proyectos más prioritarios y puede buscar otras fuentes de financiación, como la gestión.
Por ejemplo, la red semafórica, que sí es necesaria, debería ser financiada por el concesionario, ¿no cree? Es su responsabilidad invertir en actualizarla. Después de todo, él será el beneficiario directo.
Espero que los armenios despierten. Están regalando la ciudad. Nos quieren clavar las fotomultas, entregar todo lo público a los particulares, concesionar hasta el aire que respiramos y endeudarnos hasta más no poder. Fernández se jacta de haber sido el liberal más votado; pero, siendo tan inteligente, estoy seguro de que no votó por él mismo, aunque fingió hacerlo. En verdad, qué pena ese Concejo, solo 4 serios: Felipe Villamil, José Ignacio Rojas, Jonatan Rojo y Germán Grisales, de resto… solo males.
Lo sabes bien: aquí Finito, ¿allá quién?
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