Superada la tormenta del apretón fiscal con el que comenzaron su gestión en 2024, en Integración Social avanzan hacia una nueva fase en la que quieren optimizar el uso de los subsidios en la lucha contra la pobreza. No obstante, los recientes cambios en Prosperidad Social están generando alertas entre las autoridades distritales.
En charla con Portafolio, Roberto Angulo, secretario de Integración Social, dijo que superar las desigualdades y sacar a la gente de la pobreza y pobreza extrema en Bogotá y todo el país, requiere un esfuerzo conjunto de las autoridades nacional y regionales, o de lo contrario volvería a crecer este flagelo en el futuro.
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¿Cómo está el programa de transferencias?
Nosotros hemos estado haciendo una reestructuración a profundidad luego de que encontráramos una gran cantidad de retos en el arranque. Tenemos un crecimiento que todavía no alcanza, unos niveles sostenibles suficientemente altos, una inflación que ya empieza a ceder, pero que todavía es alta, si todo sigue bien, llegaríamos a tener una inflación dentro del rango esperado por el Banco de la República y unas restricciones fiscales importantes. Bogotá estaba sobreendeudada cuando nosotros llegamos.
Todo ese panorama nos lleva a plantear una estrategia de reestructuración de todas las transferencias de Bogotá, absolutamente todas, un ejercicio de modernización de los subsidios muy profundo, tanto con las ayudas no condicionadas que se convirtieron en condicionadas para generar un compromiso de la gente, como en la priorización y acercamiento con las comunidades.
¿Qué ha mejorado en este tiempo?
Podemos decir que tenemos un componente de personas mayores no condicionado, un componente de personas con discapacidad, tenemos todo el componente de jóvenes que es condicionado a una ruta de formación e inclusión productiva que queremos conectar las transferencias con la inclusión productiva.
Tenemos un componente de pobreza extrema que sigue en la onda de Bogotá sin nombre 2.0 para los hogares pobres extremos. Tenemos dos componentes condicionados, uno condicionado para temas de primera infancia y otro condicionado para temas de educación. Y finalmente el componente de pasajes gratis, que es un alivio por el lado del gasto.
¿Es el gasto de ciudad?
Sí, esa es una de las innovaciones conceptuales de este sistema de transferencias. Al reflexionar sobre la razón de implementar esta plataforma en Bogotá y no a nivel nacional, encontramos que la ciudad ofrece la posibilidad de conectar el sistema con elementos propios de la dinámica urbana, permitiendo un enfoque más preciso y adaptado a las necesidades locales.
¿Y cuáles son esos elementos urbanos que pueden fomentar la equidad? Principalmente, el transporte, la vivienda y los servicios públicos domiciliarios. A este conjunto de gastos lo denominamos gasto en ciudad. Lo que hemos observado en Bogotá es que este gasto es inequitativo, ya que las personas en pobreza extrema destinan una proporción significativamente mayor de su ingreso total a cubrir estos costos urbanos. Por eso estamos enfocados allí para trabajar.
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¿Les afectaron los anuncios de la Nación?
Por supuesto que nos está afectando y también constituye parte de nuestro desafío. Eso nos pone a avanzar cuesta arriba, porque la Nación no nos está ayudando, con las decisiones últimas que está tomando, no estamos pedaleando para el mismo lado. El momento en que el DPS decide desmontar sus transferencias monetarias, está dejando a la población pobre extrema sin esta ayuda.
Esto no es un punto menor. Ya hemos visto nosotros cómo, según los datos del Dane, las transferencias monetarias en Bogotá tienen un efecto de más de dos puntos porcentuales. Si Nación y Distrito pedaleamos para el mismo lado, la pobreza en Bogotá es más de dos puntos porcentuales más baja de lo que sería si no pedaleamos para el mismo lado.
¿Cuántos hogares quedaron en riesgo?
En el momento en que Prosperidad Social empieza a desmontar esta política, nosotros recibimos más presión porque tenemos que cubrir esos hogares. Si somos consistentes y comprometidos con la ciudad, tenemos que entrar a cubrir los hogares que desprotege la nación. Por ejemplo, dentro de los anuncios que hizo el director del DPS, Gustavo Bolívar, está dejar de pagar la transferencia monetaria para 10.000 pobres extremos.
Es decir, 10.000 pobres extremos a los que nosotros no le giramos hoy porque tenemos un acuerdo de complementariedad con la Nación. En el momento en que dejen de pagar esos 10.000 hogares pobres extremos, tenemos que entrar nosotros a cubrirlos. Eso tiene un costo total de aproximadamente $70.000 millones al año, que no es un asunto menor.
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¿Amortiguar el golpe?
Nuestro objetivo es generar una plataforma que permita en el corto plazo amortiguar, servir como una suerte de amortiguador social para la población pobre extrema y más pobre. Adicionalmente estamos ya conectando con temas de inclusión productiva buscando objetivos de mediano plazo. Pero si la Nación quita ese amortiguador, lo más coherente es que nosotros tengamos que buscar la plata para incorporarlo nuevamente.
¿Tienen la plata?
La estamos buscando y estamos rediseñando nuestros propios programas. Estamos buscando en nuestro plan de austeridad y de calidad del gasto, unos ahorros para poder cubrirla. Porque la premisa nuestra, de todas maneras en un ejercicio de calidad del gasto, es priorizar a los hogares pobres extremos y ahí en adelante vamos subiendo. Lo que acaba de hacer el DPS es desproteger una buena cantidad de pobres extremos.
Desearíamos poder remar hacia el mismo lado. No es claro que los créditos que promete, digamos, la Nación, porque dice que va a transformar estos recursos de transferencias a créditos de inclusión productiva, no es claro que estos créditos vayan a quedar en manos de los más pobres o vayan a tener un rendimiento, un efecto en la reducción de la pobreza en el corto y en el mediano plazo que permita pensarse que son un sustituto.
¿Se puede cobijar a todos?
Claramente el Gobierno Nacional, al no priorizar a la población pobre extrema y pobre en sus transferencias monetarias, prácticamente nos está tirando la bola para que nosotros en Bogotá generemos ese amortiguador social. Ahora, Bogotá es la única ciudad de Colombia que tiene un esquema de plataforma, una plataforma de transferencias para responder, pero hay poblaciones que dependen en su totalidad de estos recursos.
Para lograr esta eficiencia, tenemos que focalizar mejor los recursos. Eso implica que en algunos casos haya gente que tenga que dejar de recibir el subsidio, para poder darle paso a los más pobres y vulnerables.