Sobre la baranda verde que está en la parte izquierda de las anchas escaleras que atraviesan el barrio La Pradera, en Ciudad Bolívar, Jeanpierre Thierry Camargo se encontraba recostado, de brazos cruzados y mirando caer la tarde hacia el horizonte, cuando un despiadado sujeto le disparó sin titubeos.
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El joven de tan solo 22 años no alcanzó a reaccionar, tan solo sintió una extraña presencia detrás suyo, pero cuando fue a girar la cabeza escuchó el estruendo de un disparo y, segundos después, se desplomó en el asfalto al mismo tiempo que su verdugo huía escaleras abajo.
Yo me encontraba entrando a mi casa cuando escuché el disparo. Me asomé y solo vi que había un joven tirado en las escaleras, entonces tomé el celular y llamé a la Policía. No fui capaz de asomarme bien ni de acercarme más porque me dio mucho miedo que el sicario siguiera por ahí”, le relató ayer a Q’HUBO un residente de la zona.
Minutos después, una patrulla de la Policía llegó al lugar indicado por la comunidad y al acercarse al cuerpo y revisar si tenía signos vitales, confirmaron su deceso y procedieron a aislar a las personas que rodeaban el cadáver del muchacho.
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Un disparo
Entre las 5 y las 6 de la tarde de este miércoles, la vida de Jeanpierre llegó a su fin. Pero no por decisión suya, sino por la de un tercero, quien mandó a ultimar al joven justo cuando estaba esperando a una persona a pocas cuadras de su casa.
Aunque hasta el momento se desconoce si la cita se trató de una trampa por parte de su verdugo, todo apunta a que fue así; o de lo contrario él no habría estado en ese lugar, a esas horas, solo. No obstante, Q’HUBO pudo conocer que la víctima no había recibido amenazas antes, por lo que se desconocen las causas de este homicidio.
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Constantemente sí veíamos al muchacho por el barrio, por eso no fue raro verlo ahí. Minutos antes de que llegaran a asesinarlo, él estaba hablando con otra persona, un habitante de calle de por aquí, pero se despidieron y el joven se quedó solo. Como a los cinco minutos se escuchó el disparo”, añadió una habitante de la zona.
Según se pudo establecer, el verdugo llegó de manera sigilosa por detrás y cuando estuvo lo más cerca posible a la víctima, justo en la calle 72 Sur con carrera 46B, le apuntó en la cabeza y sin mediar palabra apretó el gatillo.
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Tras disparar, el homicida que vestía totalmente de negro y ocultaba su rostro con una capota y un tapabocas blanco, salió corriendo escaleras abajo, ya que dos personas que fueron testigos del ataque lo observaron detenidamente. Al lugar llegaron los familiares y amigos del joven, y mientras observaban la inspección del cuerpo, las lágrimas les bañaban los rostros.
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