Hace unos días en una rueda de prensa, le fue entregado de manera simbólica al alcalde de Dosquebradas, un recipiente que tenía maíz mexicano para celebrar el intercambio de culturas.
La historia de estos granos, que habían viajado desde el estado de Tlaxcala en México, llamaron poderosamente la atención, porque evocaban el antiguo trueque indígena de las culturas del maíz en la América prehispánica. Fue así como Mauricio Grajales, director de la ONG Territorios de Paz, explicó el rumbo que tomaron las mágicas pepitas doradas en el terreno local.
El mundo, el alimento y la paz
“Nosotros somos voluntarios dentro de la asociación comunitaria, entre nuestras líneas de trabajo se encuentran las pedagogías para la vida, la paz y la convivencia ciudadana, en ese espacio tenemos la red de huertas escolares en Pereira, estamos en las veredas Tribunas, Galicia y Altragracia”, explicó Grajales.
Es así como todos los días un profesional de Territorios de Paz, va a esta tarea con los niños, las huertas ya están construidas y piensan que así es como se dan los procesos de educación con los menores. “Por ejemplo, hubo una semana que recogimos un girasol que pesó dos kilos, así aprendieron el tema de la pesa y después empezamos a contar cuántas semillas de girasol tenía”.
A partir de estas experiencias en aulas vivas es que pretenden que los niños aprendan una manera diferente de ver el mundo, también a cuidar sus componentes y a cultivar alimento que es muy importante para todos.
Sembrar la vida en el corazón
El itinerario por las huertas escolares empieza la semana en la escuela de Cañaveral, y el martes van a la Gabriela Zuleta, el miércoles se dirigen a Huertas en la mañana y por la tarde están en el colegio de La Palmilla, el jueves es el turno para La Gramínea y el viernes en la escuela de Galicia baja.
“Este trabajo también lo hicimos el año pasado, cuando estuvimos con Caminares Uno del Deogracias Cardona, y a esto quiero que le pongan mucho cuidado, porque si no vamos y atendemos a estos jóvenes, en uno o dos años ya no van a querer estudiar, se van a tirar a las calles por un tema de consumo. Descubrimos que gracias a la semilla pudimos transformar el corazón y un ritmo de vida que ellos tienen tan acelerado, se los pausamos para que piensen diferente, para que quieran aprender a vivir, gracias a la
semilla han querido volver a vivir nuevamente”, comenta el director.
Maíz desde Tlaxcala
Sobre las semillas mexicanas, Mauricio Grajales dijo que “nos las donaron en mayo en México, vinimos y las sembramos con los niños y este maíz que le entregamos al alcalde de Dosquebradas, es fruto de esa cosecha. Es algo muy bonito, ninguna de las semillas que se utilizan en las escuelas tienen manipulación genética, no son transgénicas, solamente trabajamos procesos agroecológicos, porque los niños reconocen algo muy importante y es que el suelo es un ser vivo, no lo podemos matar con químicos”, puntualizó Grajales.
A comer se dijo
Es así como trabajan una vez al año con algo diferente, por eso este año hicimos la Semana del Maíz, después de la cosecha; el lunes hicieron envueltos, el martes, maíz cocinado que se llamaron elotes, el miércoles fue el turno para las empanadas, y remataron el jueves y viernes con tortas de chócolo, porque había 200 niños para cocinarles, ya que son ellos los que cosechan, descapachan, desgranan y obviamente
son quienes merecen disfrutar del alimento.