En la inquietante vigilia de una cámara de seguridad, a través de sus implacables ojos de metal y vidrio, se despliega una sombría narrativa urbana. Un referente pasado publicado por Meridiano70 nos mostró cómo las basuras, al no ser recolectadas oportunamente, se convierten en el epicentro de caos y desorden. Indigentes, recicladores y animales callejeros manipulan estos desechos sin restricción, proyectando una anarquía que afecta la esencia misma de Arauca.
Pese a que las basuras son recolectadas, en menos de 24 horas vuelven a aparecer en las calles. Estamos posiblemente frente a tres presuntos factores. Primero, la frecuencia de recolección es insuficiente, y los carros recolectores parecen ser menos de los que la ciudad requiere. Segundo, falta un estudio de tiempos y movimientos para determinar la cobertura adecuada. Y tercero, una aparente indisciplina ciudadana que saca basuras sin respetar horarios, sumado al desorden de aquellos que buscan materiales reciclables, evidenciando un total desprecio por la ciudad.
La problemática expuesta evoca la teoría de las ventanas rotas, vinculando el deterioro urbano con el aumento del crimen. La basura no recolectada se convierte en símbolo de abandono, dando pie a la desobediencia y desorden.
Habitantes de calle, adictos, ladrones, recicladores y animales callejeros protagonizan esta danza lúgubre de subsistencia y desesperación. La calle es su refugio, sustento y, lamentablemente, su baño. La escena nos trae a la mente ciudades como Baltimore o barrios marginados en Colombia, evidenciando una fallida política pública.
La actuación de la policía, aunque presente, se queda corta ante la magnitud del problema. A pesar de que su deber es garantizar la seguridad y convivencia, el caos reinante es prueba de la insuficiencia de sus esfuerzos.
El alcalde, por su parte, debe garantizar recursos para que la policía actúe efectivamente. Su inacción y aparente falta de compromiso están dejando a la ciudad al borde del caos.
La recolección y manejo de basuras es otro foco de atención. La empresa encargada debe prestar un servicio eficiente, pero la realidad dista mucho de ello. El alcalde, como máximo responsable, debe actuar, pero su desidia parece prevalecer.
Hay soluciones en el horizonte. Medellín y Barcelona han demostrado que con liderazgo y participación ciudadana se puede transformar una ciudad. El video de la cámara es un espejo de la realidad, pero también una oportunidad para cambiarla.
Nuestros vecinos invisibles, marcados por la indigencia y la adicción, también son parte de este problema. La creciente indigencia en Arauca refleja problemas más profundos, y sin un censo adecuado, es difícil encontrar soluciones.
La falta de oportunidades y el desempleo son parte del problema, pero ciudades como Nueva York y Los Ángeles han demostrado que es posible cambiar. El abuso de sustancias es otro desafío, pero con políticas de salud pública adecuadas, se puede abordar.
La recogida de basura, vista desde otra perspectiva, puede ser un motor de cambio. En Brasil, los “catadores” son un ejemplo de cómo convertir un problema en solución.
Para finalizar, la ciudad es reflejo de la sociedad. Dejemos que el video nos inspire a actuar, a buscar soluciones, a transformar Arauca en una ciudad para todos. Porque todos, sin excepción, merecemos un hogar, un sustento y un futuro.
Este es el video que hace referencia a nuestra pasada publicación sobre lo que pasa con las basuras cuando no son recolectadas a tiempo: