Cambio a través de la Sensibilización y la Rehabilitación
“Este proyecto es un faro de esperanza en medio de la oscuridad, ofreciendo una oportunidad para una vida mejor a aquellos que más lo necesitan”
Beatriz Elena Villegas Montoya, gerente del Hospital Mental Universitario de Risaralda, ha dedicado tres décadas al sector público, contribuyendo a procesos esenciales en el desarrollo de sistemas de calidad. Actualmente, lidera un proyecto que busca marcar una diferencia trascendental en la vida de los habitantes de calle consumidores de drogas inyectables de Pereira y Dosquebradas, ‘Callejiando por la vida’.
Una Respuesta a Nivel Nacional
En una entrevista exclusiva con ‘El Diario’, María Soledad Archila Triana, enfermera profesional y coordinadora del programa, informó que el programa, impulsado por el Ministerio de Salud y Protección Social, colabora con diversas instituciones de múltiples municipios para abordar una problemática urgente: la reducción de riesgos y daños en poblaciones vulnerables, en especial, habitantes de la calle y personas que comparten jeringas por razones diversas, incluyendo el consumo de drogas y el trabajo sexual.
Y es que Pereira, no escapa de los desafíos que enfrentan otras regiones de Colombia. Entre las cifras que más preocupan se encuentran el diagnóstico de VIH y hepatitis B, particularmente relacionado con el uso compartido de jeringas entre personas que se inyectan drogas. Además, se ha observado una fuerte conexión entre estas infecciones y el trabajo sexual, donde algunos individuos recurren a esta actividad para financiar su adicción a la heroína.
El programa se esfuerza por abordar la doble problemática que enfrenta la ciudad, dirigirse a la población vulnerable de habitantes de la calle y también a aquellos consumidores de drogas que aún mantienen una vida funcional y ocultan su condición.
María Soledad Archila Triana explica que «no todos los usuarios necesitarán los mismos servicios, pero estamos aquí para brindarles apoyo de manera discreta y profesional». Entre los servicios ofrecidos se encuentran la entrega de kits de inyección segura, el acompañamiento psicológico a cargo de especialistas en adicciones y servicios de trabajo social para mantener y fortalecer las redes de apoyo.
El objetivo principal es mitigar los riesgos asociados con el consumo de drogas y el trabajo sexual, con la esperanza de reducir las tasas de contagio de infecciones de transmisión sexual, que no solo afectan a las personas directamente, sino que también ejercen una carga económica significativa en el sistema de salud. Los costosos tratamientos necesarios para tratar estas infecciones hacen que la prevención y la reducción de riesgos sean cruciales.
El corazón del proyecto es tomar a 250 habitantes de calle, de los cuales 200 son consumidores de heroína y 50 de otras drogas, y proporcionarles una oportunidad para recuperarse. Esta meta ambiciosa se alcanza gracias a la colaboración de «pares comunitarios», personas que ya han experimentado la vida en la calle, se han recuperado y son aceptadas por la comunidad. Estos «pares» actúan como enlaces vitales entre la comunidad y el equipo de salud.
Valeria Arango Castañeda, médica psiquiatra especialista en adicciones, hace parte del equipo del programa de adicciones del Homeris, en entrevista con ‘El Diario’ indicó que el Eje Cafetero ha sido una de las regiones de Colombia más afectadas por el consumo de sustancias psicoactivas inyectables, pues hay un importante consumo de la heroína, que es la principal sustancia psicoactiva que se inyecta las personas.
Consecuencias de consumo
Las consecuencias del consumo de sustancias psicoactivas, como la heroína, son devastadoras para el sistema nervioso y la salud mental de quienes las consumen. Arango Castañeda destaca que aquellos que desarrollan un trastorno por uso de estas sustancias experimentan alteraciones en el cerebro que afectan sus emociones, pensamientos y comportamiento. Este trastorno mental genera disfunción en múltiples aspectos de la vida de una persona, incluyendo lo académico, laboral, personal y familiar.
En su labor, la Dra. Arango Castañeda aboga por un enfoque integral que combina tratamientos farmacológicos y no farmacológicos para ayudar a quienes luchan contra la adicción. En el caso de la heroína y otras sustancias, los tratamientos desde el área de la salud mental son esenciales. Además de los psicofármacos, se utilizan diversas formas de psicoterapia, incluyendo terapias familiares, que desempeñan un papel fundamental en la recuperación de los pacientes. La rehabilitación neurocognitiva y terapias ocupacionales también son parte del arsenal terapéutico para abordar estos desafíos.
Importante
El contacto y la atención que se brindan a estos individuos son como una semilla de esperanza. El proyecto busca iluminar la vida de aquellos que se sienten perdidos y desesperados, ofreciéndoles una oportunidad real de rehabilitación. A través de un periodo de rehabilitación de 15 días en el hospital, seguido de un programa ambulatorio, ‘Callejiando por la Vida’ brinda a estas personas una oportunidad para recuperar sus vidas y volver a la sociedad.