La verdad no esperaba escribir este artículo sobre la muerte de Yolanda Martinez; nuestros pensamientos eran otros, con ella habíamos quedado de que tan pronto bajara la tensión de la Covid 19, nos reuniriamos en mi casa con los diez compañeros que estuvieron en el concejo 2008-2011 y yo como alcalde.
Pero no, no pudimos, esta vez el virus nos ganó de nuevo, yolandita había caído desde el 28 de mayo en una clínica de Bogotá y posteriormente trasladada a Barranquilla; casi dos meses duró la pelea de Yolanda contra ese maldito virus.
Hoy a las seis y media de la tarde los internautas y los amigos me empezaron a escribir que parecía que Yolandita había perdido la batalla. Enseguida me conecte con Jenny su hermana, ella muy triste me confirmó la noticia; sí era verdad, se nos fue.
Las secuelas de la Covid-19 la habían derrotado. Enseguida mí mente empezó a maquinar sobre los momentos de cuando yo la conocí. Sí, fué por allá en 1997, ella una adolescente estudiante de la Normal Superior, hacía parte de un ramillete de niñas lindas, que siempre organizaban sus paseos y fiestas para recolectar fondos para los más necesitados.
Yolanda era quien las dirigía y organizaba. Yo era el disk jokey favorito y les colaboraba en las animaciones de las fiestas y también aprovechaba para echar ojo. De hecho Yolandita se convirtió en la madrina de una novia que tuve por allá en 1998, ella era la mensajera y madrina. Posterior a esa anécdota con Yolanda y sus amigas, seguíamos viéndonos y animando las fiestas del pueblo. Luego de esto Yolandita encontró al papa de su hija, a mí amigo Juancho; por cosas de la vida ahora yo seria el padrino de esta relación. Era un padrinazgo de mentiras, era un embobis como dicen los chinos de ahora. Lastimosamente el romance no duraría mucho. Juanchito murió, pero le dejó a Yolanda a su más grande tesoro, a Daniela. Daniela sería hasta el día de hoy y creo que siempre, su princesa.
Luego de un receso largo en nuestras vidas, aparecí de nuevo en la vida de Yolanda por allá en el año 2007; me le había perdido a mí amiga porque yo estaba estudiando en Bogotá Comunicación Social-Periodísmo, y ella había encontrado al amor de su vida; a Carlos, el hombre que la amó por siempre y le cumplió todos sus caprichos hasta el día de hoy.
Le conté a mi amiga Yolanda que aspiraria a la alcaldía de Monterey y que necesitaría el apoyo de ella. No lo dudo un segundo, me dijo que sí de una y que ella aspiraria al concejo. La intención de voto se dió en las urnas, arrasamos con las elecciones y llegaríamos a la alcaldía y al concejo. Recuerdo que lo primero que me dijo Yolanda la noche del triunfo fué «ole patitas de garza, nosotros con el Holman y usted somos Normalistas, nos toca trabajar duro porque allá nosotros nos comprometimos hacer 18 aulas para bachillerato, la sede primaria y pavimentar las vías de acceso, además de comprar un terreno pa’ que hagan el complejo deportivo. Acuerdese que usted se comprometió, y con la Sandra Oviedo también que nos ayuda, le vamos a recordar.
Aquí toca repartirnos el trabajo, los otros concejales que son el Jiménez, el Gamba, el Jhon Jairo, la Argeniz, doña Flor, el Saenz, el Pedro Salcedo y el chiquito del Montoya que sí jode, es más cansón.
Yo les voy a recordar que nos ayuden también a aprobar los recursos para la dotación de los talleres del técnico; alla también toca la unidad sanitaria, ah y lo otro, la tierra pal’ colegio del guafal y los baños. Ojo patitas de garza, yo voy a estar pendiente pa’ jurgarle la lora a usted y al doctor Raúl. Ole Maríca, digo alcalde patitas de garza, el otro compromiso con la gente es el hogar de los niños, o sea el agrupado, yo veré, hágalo pa’ lado del aeropuerto, con eso cuando tenga mis chinos con el Carlos, allá los llevamos. Si toca ir a cocinar pa’ encarretar a los ingenieros de Ecopetrol y de Odl pa’ que nos ayuden, yo voy. Yo pongo unas gallinas con el Carlos y le decimos al Aurelio que coja unos chulas en el matadero pa’ rendir la vaina».
Lo bueno de todo esto es que lo logramos, y lo logramos con la ayuda y asesoría también de los profesores Lucho Fernández, Pedro López, Vladimir Maiguel, Saul Campos, Dilbrando Cárdenas, Clara Romero y Luis Barreto. Siempre con Yolanda nos acordabamos de estas anecdotas y nos sentíamos orgullosos, ella me decía una y otra vez ‘ole patitas de garza’ ¿ y donde esta la mona Yoli ? ole, saludes ¿ qué cúando es que vamos a otra cabalgata ?, siempre diva nunca indiva.
Ya para finales del 2015 Yolanda Martinez con su experiencia decide lanzarse a la alcaldía de Monterey, acompañando al candidato de la gobernación Julio Ramos; Yolanda en la contienda quedó como de terceras. Luego de esto prometió no volverse a lanzar, decía que la política era para locos y para perder amigos, que eso no era con ella.
Yolanda Martinez durante su estadía en el concejo y luego como líder social hizo que su personalidad desarrollara un feeling y tacto político para con la gente. Es por eso que llega a ser asesora de confianza de los gobernadores Raúl Flores y Nelson Mariño, pero quizás con el gobernador que tuvo una amistad sincera y más cercana fué con Marco Tulio. Yolanda adoraba a su marco Tulio del alma.
Otro de los aspectos a resaltar y que creo yo en este momento, es que Yolanda Junto a doña Marina son de las personas que más tienen ahijados y comadres en Monterrey. A Yolanda la buscaban mucho las personas para apadrinar sus hijos por su personalidad espontánea, safada, alegre y sobre todo de buen corazón.
Jenny Martínez hermana de Yolanda Agrega. «Mi hermanita murió muy joven, apenas 38 años, había nacido en San Luis de Gaceno pero mís padres nos trajeron a Monterey desde muy pequeños. La adoración de mi Yolanda era mí padre, él fué a visitarla y mi hermanita en estado semi-inconsciente lloró de la alegría al escucharlo.
Nunca olvidaré que para Yolanda era primero la vida de su familia, era la mujer que se acordaba de la fecha de cumpleaños de todos nosotros y ella organizaba la fiesta; cocinaba para todos, echaba cuentos, le gustaba salir a pasear a los pueblos y sacarse fotos en los parques y las iglesias. Siempre que miraba a un abuelito ella paraba, los abrazaba y los consentia, decía que ellos eran como bebés.
Le gustaba intermediar por la gente, hacía obras de caridad, visitaba a los amigos y proponia siempre hacer un asado y salir a cabalgatear; eso de los caballos siempre le gustó, además de que mí cuñado Carlos siempre la apoyaba, Carlos era su adoración. Ella adoraba y amaba a su sobrino; se fue mí amiga y mano derecha, siempre estaba pendiente de mí y me ayudaba. Mi madre Virginia y mí padre Alvarito, adoraban mucho a su hija, han sufrido mucho, pobres mís viejos».
Para Yeni Carrillo otra de las amigas de Yolandita, hoy es un día muy triste y lamenta profundamente que la Covid-19 se lleve a las personas buenas. «Ella la mejor amiga para muchos, es que siempre estaba pendiente de cómo estaba uno, siempre que nos miraba nos decía ‘hola mis princes’ ese era el saludo, pico y chao.
Sé del buen corazón que tenía por los abuelitos y los niños, siempre pendiente y dispuesta a colaborar. A mí amiguita le gustaban mucho las cabalgatas y las reuniones de amigos, era feliz. No me alcance a despedir bien de ella. Estoy muy triste como mucha gente por la muerte de Yolanda».
Yolanda Martinez hoy esta al lado de su gran amigo y compinche de travesuras, el Mí’ chino. Están a la diestra de nuestro Señor Jesucristo. Cada uno en su estilo, pero con personalidades que dejaron huella por este mundo. Ya me imagino a Mí chino diciéndole a Yolanda y recibiendola en el cielo con esta palabras «Ole maríca tomemos un jugo y si puede una empanada y eche pa’ acá; porque aquí no se puede ni bailar, ni hacer bulla, toca es votar camandula a lo loco. Ole demonos una gueltica por allí y miramos a ver quien más ta’ pu’ aquí, porque este mal ta’ muy hijuepuerca».
Por: Nelson Benjamín BarretoVaca. CSP. UMD. Exalcalde 2008-2011.