Por: Óscar Osorio Ospina
En realidad son alarmantes las cifras que dan cuenta de personas que se quitaron la vida el año pasado en Risaralda, así como el incremento de este tipo de casos ocurridos en los dos primeros meses del 2024. Las causas son muy diversas y la mayor prevalencia se presenta en el segmento joven de la población, cuyas edades oscilan entre los 20 y los 29 años. Se afirma incluso que en el 2023 la tasa de suicidios en Risaralda casi que dobló el promedio nacional, con un registro de 5.2% frente al 3.2% en el país.
Qué está pasando y qué está llevando a estas personas a querer acabar con sus vidas, es el tema que abordamos con la psicóloga Adriana María Bernal Molina para tratar de encontrar algunas respuestas. Bernal Molina tiene más de 30 años de ejercicio profesional enfocado en el campo del bienestar emocional y mental de las personas, es especialista en salud ocupacional, magister en Psicología Positiva Aplicada y coach ontológica. Además es autora del libro “Ariadna: de la oscuridad a la luz.
Tenemos entendido que está escribiendo un segundo libro. ¿De qué se trata?
El enfoque es precisamente entregar herramientas prácticas a las personas para salir de sus laberintos emocionales. El primer libro habla del porqué nos quedamos estancados en nuestros laberintos, qué nos lleva a estancarnos y señala que podemos salir de ellos. El segundo está enfocado solamente a cómo salir del laberinto y a las estrategias para recuperar el bienestar emocional, la tranquilidad y la salud mental.
¿Qué es, exactamente, un laberinto emocional?
Son esos estados de emociones negativas donde no encontramos bienestar, por ejemplo, estados de tristeza, de ansiedad, de depresión o aquellas situaciones donde no encontramos ni salida ni solución y nos quedamos atrapados o aquellas situaciones en la vida que se llaman “bucles” que repetimos y repetimos. Y nuestra vida se vuelve un bucle que no genera bienestar y no sentimos que avanzamos.
¿Esos estados emocionales a dónde conducen a los seres humanos?
Esos estados dependen de muchas cosas. Lo primero que hace que nos quedemos en un laberinto son las experiencias, las que hemos tenido de infancia. Hay algo que se llama las heridas de infancia, desde que estamos en el vientre de la madre hasta los 9 años de edad se instauran los patrones o las creencias que determinan nuestro comportamiento y nuestras acciones según lo que nosotros vemos o lo que hemos vivido. Si de niño fuimos rechazados o de pronto un embarazo se vuelve una carga emocional por parte de la madre o vivimos algunas experiencias donde nos sentimos humillados o atacados, eso hace que se grabe en la persona, pero como niños no tenemos forma de defendernos y darle una claridad. Entonces echamos eso como en una caja fuerte que se convierte en emociones negativas, tales como el miedo, la ansiedad, la tristeza, la ira, el resentimiento. Cuando vamos creciendo no le paramos bolas, pues como que tenemos que ir asumiendo comportamientos que según lo social y lo familiar son los adecuados, entonces los reprimimos, cuando ya vamos creciendo y siendo más adultos vamos a vivir situaciones o similares de la infancia.
¿Por qué se ven reflejados esos sentimientos en el adulto?
Porque aprendimos que el amor era con humillación, que el amor era desde el rechazo o que el amor era desde el abandono o porque tuvimos situaciones muy fuertes y algunas en la edad adulta que nos recuerdan esos momentos e inmediatamente se activan las emociones que vivimos de niño, de lo cual muchas veces no somos conscientes y nos bloquean, no nos permiten tomar las decisiones con la fuerza que tenemos que tomar. Esto tiene mucho que ver con la baja autoestima y con el hecho de no conocer en nosotros nuestros propios recursos personales que nos pueden ayudar a salir de esa situación, o sea, una falta de seguridad en nosotros mismos, de creer en nosotros y también tiene mucho que ver con que no tenemos las herramientas para saber cómo afrontarlo. Entonces siempre vamos a afrontar la situación de la manera como conocemos y por eso no salimos de esa situación.
¿El mundo moderno es un factor determinante que aumenta este tipo de situaciones?
Lo que se ha visto últimamente es que las crisis de ansiedad y la depresión están mucho más activas, porque hay unas demandas y exigencias del medio externo muy altas donde tenemos que mostrar y ser competitivos en el medio para poder sobrevivir y cada vez estamos más fuera de nosotros mismos para poder agradar, para poder validarnos y buscar seguridad, porque afuera es muy demandante. Así se generan unas presiones muy fuertes entre nosotros y lo que nos piden las demandas de afuera y como nunca nos han enseñado a gestionar las emociones y no nos han enseñado a canalizarlas, lo que nos han enseñado es a que las emociones negativas no las podemos sentir o que les tengamos miedo, pero no nos han enseñado a afrontarlas, en consecuencia no sabemos qué hacer y nos encontramos entre la espada y la pared donde muchas veces el suicidio, o sea, el salir como sea de esa situación, así sea muerto, es única salida que encontramos.
¿Hoy por hoy la ansiedad y la depresión son los principales trastornos mentales en el país?
Son los que más se presentan ahora, son los disparadores de muchas cosas.
¿En este entorno qué es un disparador?
Es lo que nos puede llevar a consumir sustancias psicoactivas, al alcoholismo o a tener ideas suicidas, intentos de suicidio o suicidios.
¿Hay salidas o formas de manejar la problemática?
Sí, hay diferentes formas. Una forma que se puede hacer desde la inconsciencia es ir a un tratamiento psiquiátrico donde simplemente nos mandan medicación para regular esas emociones que son incontrolables, pero sino hay un acompañamiento psicoterapéutico la persona no va a tomar conciencia de qué es lo que le sucede, cuál es su raíz, ni va a desarrollar capacidades propias desde sus recursos personales para afrontarlo. Así que va a volver a tener esa u otra situación diferente que le detone las mismas emociones, entonces va a buscar la medicación para mitigarlas, pero no lo va a hacer desde la conciencia, Cuando hay un acompañamiento desde la conciencia, hay veces hay que tomar medicación, porque de pronto es tan fuerte lo que se siente que la persona no logra controlarlo, pero cuando hay acompañamiento psicoterapéutico la persona ya va a desarrollar capacidades propias, a tener estrategias para saber qué hacer para no caer en esos abismos o no quedarse metido en ese laberinto.
¿Cómo saber en qué momento es oportuno consultar con un profesional sobre este tema?
Cuando los estados emocionales no los podemos controlar, cuando hay un vacío tan grande en el alma que no logramos ni sabemos cómo llenarlo, cuando hay algo que se llama pensamientos intrusivos y a la mente llegan pensamientos que no podemos controlar y que nos llevan a un estado emocional que no nos permite la concentración en el trabajo o en la vida diaria. Hay momentos cuando estamos viviendo, pero ya no le encontramos ni sentido ni disfrute a la vida y empiezan las ideas suicidas. Uno a veces dice: “ay, yo me quiero morir”, pero cuando ese deseo de morir es constante y llegamos hasta pensar cómo hacerlo y a estructurar la forma de hacerlo, ya es gravísimo. Eso es un llamado de que necesitamos ayuda.