En Cómbita Boyacá, tierra natal del suboficial Ricardo Arley Moroy, se llevaron a cabo las honras fúnebres del uniformado asesinado vilmente durante las manifestaciones campesinas en San Vicente del Caguán, Caquetá. El sepelio contó con el multitudinario acompañamiento de la institución policial y la población civil.
Entre el llanto e indignación, familiares, amigos y conocidos despidieron ayer al subintendente Ricardo Arley Moroy, quien fue sepultado en el cementerio local de Cómbita, Boyacá.
Es de precisar que un día antes de su cristiana sepultura, el policía que estaba adscrito a la Unidad Nacional del Diálogo y Mantenimiento del Orden de la Policía Metropolitana de Neiva, conocido anteriormente como el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), fue epicentro de una ceremonia en honor al héroe caído, que se ofrendó en el Centro Religioso de la Policía en Bogotá, en el cual hizo presencia el presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, quien estuvo acompañado de su jefa de gabinete, Laura Camila Sarabia, y el ministro de Defensa, Iván Velásquez.
La noche del sábado el féretro fue trasladado al municipio de Cómbita, Boyacá, donde era originario. Allí tuvo un caluroso recibimiento con muestras de amor y apoyo hacia su familia.
Los restos mortales del uniformado fueron esperados por la comunidad en la entrada de la ciudad de Tunja, donde inició una caravana que lo acompañó hasta llegar a Cómbita.
Ayer domingo sobre las 2:00 de la tarde inició el sepelio, donde sus compañeros de especialidad le dieron el último adiós en medio de una calle de honor.
La ceremonia inició con una eucaristía que se cumplió en la Iglesia Parroquial de Cómbita. Posteriormente sus despojos fueron llevados al cementerio local.
“Con el corazón adolorido y el alma llena de tristeza nos hemos reunido en la fe y la esperanza para celebrar este santo sacrificio de eucaristía por el eterno descanso de nuestro querido hermano Ricardo Arley Monroy”, anunció el sacerdote.
Un centenar de personas, entre policías y vecinos hicieron el multitudinario acompañamiento, dejando en evidencia una calle llena de gente que lamentaba la muerte de subintendente. Muchos conocidos del uniformado asesinado evocaban viejos recuerdos.
Finalmente, el cuerpo de Ricardo quedó en la bóveda sobre las cinco de la tarde, dejando muchas inquietudes en su familia. “Cerco humanitario con un muerto de por medio no puede serlo. Que tengan en cuenta qué tipo de personas están haciendo esas protestas porque no son las personas que uno piensa. No sé, si son delincuentes porque le robaron hasta los papeles, la plata y me le acabaron con la vida”, dijo Arquímides Monroy padre del suboficial.
