Desde hace cuatro meses, las comunidades wayuu Kasiwoluin y Arrutkajui incluyeron en sus actividades diarias el cuidado de gallinas y la recolección de los huevos que estas ponen gracias a un proyecto de seguridad alimentaria del que son beneficiarias 42 familias vecinas del Parque Eólico Jepírachi, que opera EPM.
Jepírachi se convirtió hace 18 años en un hito de generación de energía limpia en el país. A dos años de terminar su vida útil, EPM viene trabajando para que cuando los aerogeneradores se desmantelen y se deje la zona, las comunidades wayuu asentadas en ese punto de La Guajira queden con capacidades instaladas para asegurarse medios de subsistencia y seguridad alimentaria.
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La fundación Ecósfera es la encargada de operar esta iniciativa. Su director, Andrés Puentes, cuenta que tienen 18 años de experiencia sacando adelante proyectos de inversión social en La Guajira. Desde el 2016 tienen convenios de cooperación con EPM para mejorar el relacionamiento con las comunidades cercanas a Jepírachi, y gracias a esta alianza surgió la idea de las gallinas ponedoras.
Puentes cuenta que llegaron a esta zona entre el Cabo de la Vela y Puerto Bolívar, donde queda el parque eólico, con una experiencia probada, pues en 2014 comenzaron a implementar proyectos de producción de huevos de gallina como una alternativa nutricional y económica para las comunidades, en ese caso, del municipio de Manaure. Esta vez, lo propusieron para estas familias de Uribia, donde “la decisión final fue de la comunidad”, según cuenta.
Clara Teresa Isaza, profesional ambiental y social del parque eólico, cuenta que es la primera vez que en ese territorio se implementa un proyecto de este tipo, que consiste en dos galpones, cada uno de 48 metros cuadrados y con capacidad para 300 gallinas entre los dos. Antes también se apoyaron iniciativas de otro tipo, como la pesca artesanal, pero según explica Puentes, la lejanía del recurso pesquero hizo difícil su sostenibilidad.
En cambio, los dos galpones han permitido que las dos comunidades vecinas se organicen para trabajar en el cuidado de los huevos y de las gallinas llevando incluso a una mayor integración comunitaria en este territorio, señala Isaza. La profesional agrega que las gallinas tienen, en promedio, un 97 % de postura, lo que significa alrededor de 250 huevos diarios.
De toda la producción, entre el 60 % y el 70 % de los huevos se destinan para el consumo interno. Esto les da a las comunidades una alternativa de proteína y favorece su seguridad alimentaria. Pero, como explica Puentes, el proyecto no está pensado en función de la cantidad de huevos, sino de la cantidad de desayunos que pueden llegar a significar esos huevos para las 42 familias de Kasiwoluin y Arrutkajui.
El restante —entre el 30 % y el 40 %— se destina para la comercialización en comunidades cercanas o, gracias a Ecósfera, en Riohacha. Isaza cuenta que la idea es que esta actividad les signifique un ingreso que puedan ahorrar para reinvertir y hacer sostenibles los galpones. Si bien las familias recibieron las gallinas con una edad de entre 16 y 17 semanas, que es cuando alcanzan la madurez para empezar a poner huevos, estas solo ponen hasta que cumplen unas 80 semanas, por lo que sería necesario adquirir otras más adelante.
Aunque el acompañamiento de Ecósfera termina en diciembre, Puentes confía que puedan continuar en 2022. Pero también se espera, según dice la profesional Isaza, que mientras continúe el convenio las comunidades adquieran todas las capacidades técnicas necesarias para continuar con los galpones por su propia cuenta y así asumir por completo este y otros proyectos útiles para su desarrollo.
