Aunque la Corte Constitucional reconoció el derecho a morir dignamente y le ordenó al Congreso expedir su reglamento, treinta años después un grupo de congresistas con el catecismo en la mano, se niega a hacerlo.
Aunque la Corte Constitucional reconoció el derecho a morir dignamente y le ordenó al Congreso expedir su reglamento, treinta años después un grupo de congresistas con el catecismo en la mano, se niega a hacerlo.
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