– Por Cristian Betancur.
La vida tiene muchas virtudes, altos, bajos y miles de emociones; pero una de las cosas más duras es ver partir a nuestra madre.
Muchas veces cuando el mundo se viene encima el refugio siempre es el amor de madre, el único amor verdadero en la vida, el amor honesto que perdona y cura todo, el abrazo que reconforta hasta al mismo alma.
A lo largo de la vida siempre nos acostumbramos a ser felices, llevarle flores, presumes y regalos el día de las madres, pero ellas merecen ser honradas a diario, honradas a cada momento.
Mi Madre (María Pérez Muñoz) fue excepcional conmigo, fui ese hijo que siempre cuido y amó, el último hijo aún cuando ya estaba operada. En los últimos meses presentaba unos dolores corporales, estaba en un tratamiento, el 13 de septiembre mientras se disponía a salir para una cita médica, dio un mal paso y sufrió una fractura en la cadera, se me partió el alma, empezó a sufrir, tuvo una mala operación, tuvieron que hacerle una segunda cirugía mientras detectaban la metástasis de un Cáncer. Sus últimos días fueron de mucho sufrimiento y dolor en una cama, desafortunadamente partió el pasado 29 de octubre a la Paz del señor y por fin pudo descansar en paz.
Dejó un vacío muy grande en el corazón, un vacío que consume hasta el alma.
Cuiden y valoren a sus madres, nunca sabremos cuando será el último día, la única persona que verdaderamente sufre por nosotros, quien se trasnocha, quien de verdad nos ama.
Adiós al amor más puro de mi existencia, el amor más puro que puedo encontrar en la vida.
Madre, a pesar del dolor que hoy siento, saldré adelante por ti. Siempre te voy a amar, fuiste la única persona que me entendió en cada momento, vuela alto a la paz del señor.
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