Kelly ni Andrés, ni otras 16 personas más todavía se explican cómo un joven de una prestigiosa universidad de Medellín, que se vestía con ropa de diseñador y comía en los mejores restaurantes, y su mamá lograron elaborar una estafa tan detallada que parece salida del guión de una serie, al mejor estilo de El estafador de Tinder o Inventando a Anna.
Ellos estaban convencidos de estar ayudando no solo a quien sería el futuro duque de Cardona, en España, sino también a un íntimo…