El Huila se afianzó como territorio del oso de anteojos. Con 15 subnúcleos poblacionales identificados y al menos 164 individuos registrados, esta región andina sobresale por sus esfuerzos encaminados a la protección de esta especie. La CAM estableció la ruta del animal y las regiones que habita.
Hernán Guillermo Galindo M
El oso de anteojos, una especie clave para los ecosistemas montañosos de Sudamérica, ha encontrado en el Huila un entorno propicio para su supervivencia. Así se desprende de un estudio con base en monitoreo permanente a su comportamiento, alimentación y su hábitat.
El estudio reveló que entre los subnúcleos más relevantes se encuentra el de San Agustín, en el sur del departamento, donde el Parque Natural Regional Corredor Biológico Guacharos-Puracé y las Reservas Naturales de la Sociedad Civil han permitido registrar 75 individuos y documentar procesos reproductivos continuos.
“El municipio de Tello es el último subnúcleo reportado, donde la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), en colaboración con organizaciones sociales, realiza monitoreos constantes para establecer nuevos corredores de movilidad”, explicó Katherine Arenas, bióloga de la corporación.
Población de la especie
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la población mundial de esta especie no supera los 18.000 individuos, de los cuales Colombia alberga alrededor de 6.000. A esta última cifra el departamento del Huila aporta al menos 164 individuos, el 3% de la población nacional, distribuidos principalmente en seis áreas protegidas administradas por la CAM.
La ruta del oso de anteojos
El corredor que conecta las áreas protegidas del Huila, como los Parques Naturales Regionales Corredor Biológico Guacharos Puracé, El Dorado y Serranía de Minas, es vital para la movilidad de esta especie. Estos espacios garantizan refugios seguros, sitios de alimentación y áreas de reproducción.
El oso de anteojos habita en 15 municipios huilenses, Acevedo, Algeciras, Garzón, Íquira, Isnos, La Argentina, La Plata, Neiva, Palestina, Pitalito, Saladoblanco, San Agustín, Santa María, Teruel y Tello.
“La labor de monitoreo liderada por organizaciones sociales y 23 grupos ambientales, junto con la autoridad ambiental, ha sido crucial para fortalecer la conservación del oso de anteojos”, expresó la bióloga Arenas.
Estas comunidades rurales, equipadas con tecnologías como el fototrampeo, juegan un papel esencial en el seguimiento de las especies y la preservación de sus hábitats.
“Hemos salido a hacer expediciones, hemos visto las huellas de los animales, conocido sobre su alimentación y su hábitat”, comentó, por su parte, Didier Males, integrante de un grupo de monitoreo.
¿Qué es el fototrampeo?
El fototrampeo consiste en la instalación de cámaras con sensores de movimientos que se activan cuando el animal se aproxima. La cámara comienza a tomar fotografías o vídeos según esté programada.
Como herramienta no invasiva, el fototrampeo ha permitido documentar de manera efectiva la presencia de osos andinos, además de realizar inventarios de fauna. Este método se consolida como el más importante para monitorear especies silvestres en ecosistemas de difícil acceso.
Una especie clave para el equilibrio ecológico
El oso de anteojos no solo es un símbolo de Los Andes, sino también un actor vital en la dispersión de semillas y el mantenimiento de los ecosistemas donde habita. Su protección y monitoreo en el Huila representan un compromiso con la biodiversidad y la sostenibilidad del medio ambiente.
La CAM, al dar a conocer la ruta del ojo de anteojos, busca reafirmar su compromiso con la conservación, fortaleciendo las capacidades de las comunidades locales y fomentando estrategias que garanticen un futuro próspero para esta icónica especie.
