El papa emérito, Benedicto XVI, fallecido a los 95 años, dejó un testamento espiritual en el que pide «perdón de corazón» a quienes haya podido perjudicar en su vida y emplazó a la Iglesia a «mantenerse firme» en la fe ante las propuestas filosóficas y científicas que buscan contrarrestarla.
«A todos aquellos a los que de algún modo haya perjudicado, pido perdón de corazón», se lee en el documento, titulado «Mi testamento espiritual» y publicado hoy por la Santa Sede, en alemán e italiano.
Benedicto XVI, cuya capilla ardiente empezará el lunes y su funeral será el jueves, inicia esta documento póstumo agradeciendo a Dios por guiarle en «varios momentos de confusión».
«Agradezco en primer lugar al mismo Dios, dispensador de todo buen don, que me ha dado la vida y guiado a través de varios momentos de confusión, levantándome cada vez que comenzaba a resbalar, donándome siempre de nuevo la luz de su rostro», escribió.
Asimismo, agradeció a sus padres que le dieron la vida «en un tiempo difícil», en la Alemania de entreguerras en 1927, cuando el país se encaminaba al nazismo, y a sus hermanos, María y Georg.
Expresó su agradecimiento a «los muchos amigos, hombres y mujeres» que le acompañaron a lo largo de su vida y a los maestros y alumnos que tuvo, así como a su país, Alemania, y su Baviera natal, donde, dijo, siempre vio «aparecer el esplendor del Creador».
De hecho, se dirige directamente al pueblo alemán: «Rezo por que nuestra tierra siga siendo de fe y os pido, queridos compatriotas: no os dejéis desviar de la fe».
«Lo que he dicho a mis compatriotas, se lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido fiados a mi servicio: ¡manteneos firmes en la fe! ¡No os dejéis confundir!», anima.
En este sentido, Benedicto XVI deja escrito un alegato en defensa de la fe frente a las interpretaciones filosóficas y supuestamente científicas que tratan de aplacarla o restar su importancia.
«A menudo parece que la ciencia -las ciencias naturales por un lado y la investigación histórica (en particular la exégesis de las Sagradas Escrituras) por otro- son capaces de ofrecer resultados inconfundibles frente a la fe católica», empieza.
Pero agrega: «He visto las transformaciones de las ciencias naturales desde tiempos lejanos y he podido constatar como, al contrario, se hayan desvanecido aparentes certezas contra la fe, demostrando ser, no ciencia, sino interpretaciones filosóficas solo aparentemente vinculadas a la ciencia».
La fe, señala Ratzinger, ha dialogado con la ciencia natural y de ella también «ha aprendido» a comprender «mejor el límite de la dimensión de sus afirmaciones».