Con la calma que lo caracterizaba, caminando hacia su vivienda después de haberse visto con un amigo, Maicol Estiven Erira Cuastumal fue interceptado por un sujeto, con el que cruzó un par de palabras y después, de manera sorpresiva, sacó un revólver de su chaqueta y le disparó en varias oportunidades.
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Un tiro en la cabeza y otro en el pecho causaron que el cuerpo del joven, de 27 años de edad, se desplomara en medio de la calle sin pavimentar del sector de Las Colinas (localidad de Rafael Uribe), la noche de este miércoles.
Me encontraba sirviéndoles la comida a mis hijos, cuando se escucharon los disparos. Me asomé y solo vi que un tipo corría hacia una moto, que estaba parqueada en la esquina. Después miré bien hacia la cuadra y había alguien sangrando en el suelo, entonces lo que hice fue llamar a la Policía”, le manifestó a Q’HUBO una residente de la zona.
Cuando las autoridades arribaron al lugar de los hechos, la víctima ya se encontraba sin signos vitales, y varios familiares y amigos permanecían al lado del cuerpo llorando y pidiendo ayuda. Los uniformados procedieron a poner una cinta amarilla para custodiar la escena del crimen.
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Ataque sicarial
Eran las 9 de la noche del miércoles cuando las estrechas calles de los cerros surorientales se encontraban desoladas y el peligro se asomaba en las esquinas. Maicol Estiven salió de su casa para encontrarse con un amigo y no le dio muchas explicaciones a su mamá.
Caminó tres cuadras y se detuvo justo en la diagonal 32D Sur con carrera 14A, saludó a un amigo y estuvo por varios minutos con él; pero sobre las 8:30 p. m. se despidieron y él quedó solo fumándose un cigarrillo, según contaron los residentes.
Cuando él se queda solo es que llega el man de la moto, como si estuviera esperando el momento oportuno para asesinarlo. El tipo llegó caminando, con el casco puesto todavía, hablaron no más de dos minutos y le disparó”, agregó un habitante de la zona.
Aunque no se escucharon gritos ni nada, todo apunta a que la víctima sí sostuvo una acalorada discusión con su homicida, y en el momento menos pensado este accionó el arma de fuego que ya tenía lista.
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Los habitantes de la zona se enteraron del cruel asesinato debido a que la mamá de la víctima llegó gritando y entre sollozos repetía que no podía creer que le hubieran matado a su retoño, a quien trajo a vivir desde un cabildo indígena de Pasto (Nariño), con el fin de brindarle un mejor futuro.
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