A mediados de agosto, César Caballero, gerente de Cifras & Conceptos, lanzará a su libro titulado “El poder de las encuestas”, de Planeta. Allí reflexiona sobre su papel en los procesos electorales. Portafolio habló con él sobre el tema.
¿Cómo se titula el libro?
El Poder de las Encuestas y tiene un subtítulo que es “Y su incidencia en el proceso electoral colombiano”. Es la versión de difusión académica y científica que hace Planeta de un texto académico que me permitió obtener el doctorado en la Universidad Javeriana el año pasado. Lo que yo quería hacer era un ejercicio autocrítico y reflexivo sobre el oficio que he venido ejerciendo en los últimos años.
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¿Qué salió de esa reflexión?
Lo primero es reconocer que las encuestas sí tienen un efecto sobre las elecciones, que no necesariamente manipulan al elector porque no creo que ese sea el tema central, pero que sí inciden en los resultados de los procesos electorales.
Hago una afirmación muy dura, y es que la plata, los medios y los operadores políticos siguen a las encuestas. Entonces un candidato que al inicio de la campaña le va bien en una encuesta va a tener más fácil acceso a los recursos.
¿Qué explicación hay a casos sonados sobre un candidato que va arriba en las encuestas y al final eso no lo refleja en las urnas?
Sí. De hecho, argumento que Colombia tiene una anomalía democrática funcional en donde una de las características de nuestro sistema democrático es que los resultados no son predecibles. Hago una revisión documental y muestro cómo quien iba ganando las encuestas en enero de los años electorales normalmente no termina siendo el presidente, salvo en los casos de la reelección, que son distintos. Quiero ser enfático es en que las encuestas no predicen el futuro.
Simplemente, miden hechos políticos, pero al hacerlo también generan hechos políticos en sí. Me parece equivocado cuando alguien trata de decir que una buena encuesta predice el futuro.
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Y hay encuestadoras que muestran resultados opuestos…
Colombia tiene una industria pujante de encuestas. En el año 80 había dos o tres firmas; hoy hay 126 registradas ante el Consejo Nacional Electoral. Y como en toda industria hay gente que hace el oficio bien, regular y mal.
¿Aborda qué tanto los votantes se dejan influir por las encuestas?
Sí, esa discusión es muy interesante. Los votantes son de diversos tipos. Pero primero, hago dos defensas. Una es que el sistema político de Colombia es una anomalía democrática funcional, donde increíblemente hay altos niveles de participación. En las últimas elecciones estuvimos cercanos al 60% si se acepta el censo electoral. En otras discusiones, con datos del Dane, la Registraduría y otros académicos, podemos estar hablando del 63%-64%, que pocos países sin voto obligatorio logran tener. Entonces esta es una democracia realmente activa. Pero no todo el mundo vota igual.
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¿Cómo son los votantes?
Hago una caracterización. Primero, decimos que hay unos votantes no electores que van a la fiesta democrática y depositan su voto en blanco o lo dañan a propósito; son entre 1 y 1,5 millones de personas. Están los volátiles que a veces van y a veces no (entre 2 y 3 millones). Luego están lo que llamo la estructura partidista, que siempre votan (de 3 a 5 millones). Después los de militancia política que tienen cercanía (entre cuatro y cinco millones de personas). Y, por último, están los activos de opinión, que siempre salen a votar, que consideran que el derecho al voto es un ejercicio muy importante y van cambiando de opinión. Son más de 10 millones.
Pero el tema de voto de opinión se regionaliza, por ejemplo a Bogotá, o en la Costa. ¿Aplica a todo el país?
Creo que este país cada vez más es de voto de opinión. Lo que sí digo es que en la medida en que la ciudad esté más poblada y la gente dependa menos del Estado, probablemente el voto de opinión será mayor.
¿Derriba mitos como el desgano para votar?
Intento derrumbar varios de los mitos críticos de la democracia colombiana.
Hay gente que dice es simplemente una formalidad y yo trato de demostrar que no. Es una anomalía democrática funcional que genera un sistema de alternancia en el poder.
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¿Dónde está la anomalía?
La anomalía es que aquí nosotros tenemos unos niveles de violencia muy altos y también tenemos unos niveles de corrupción que son realmente importantes. Esas dos cosas deberían hacer que el sistema democrático colapsara y no colapsa. Se hacen elecciones, se han hecho 41 procesos electorales en 40 años, lo cual es impresionante. Y además muestro y ratifico, que normalmente sabemos hacia las 7 o 8 de la noche el resultado electoral. Nadie responsablemente puede afirmar que en Colombia se puede hacer un fraude a gran escala.
Faltan dos años para unas elecciones que van a ser complejas, según los expertos. ¿Cómo se alista el sector?
Uno, hay unos estándares de calidad que las firmas hemos venido adoptando, que tienen que ver con transparencia y rigurosidad y eso lo tenemos que mantener. Lo segundo es reconocer que también ha habido errores y que hay desconfianza de parte de los ciudadanos sobre nosotros. Tenemos que hacer un ejercicio cotidiano de recuperación y construcción de la credibilidad.
CONSTANZA GÓMEZ GUASCA
Periodista de Portafolio
