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Gastos de bolsillo: ¿un nuevo impuesto?

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En poco más de un año y medio los incesantes mensajes de disolución del actual Sistema de Salud provenientes del Presidente de la República, de los dos ministros de la cartera de Salud y de los dos superintendentes de Salud en lo que va de este cuatrienio, crearon entre la población colombiana y los agentes que operan dentro del sistema, una zozobra de magnitud tal como no se había visto en el último medio siglo de la vida nacional.

Y esa preocupación ha sido confirmada con la reciente y azarosa puesta en marcha de la nueva operación del régimen exceptuado de salud para 800.000 maestros públicos, que ha desnudado improvisación, promesas incumplidas, y un fracaso evidente a pesar del apoyo irrestricto -e irresponsable- del sindicato de profesores, y de que el ministro de salud sostuviera que ese sería el piloto para demostrar los grandes beneficios de la reforma que tanto el gobierno como la bancada política que lo apoya impulsan frenéticamente. También, las intervenciones de la Superintendencia Nacional de Salud a las EPS se parecen más a tomas hostiles que a procesos administrativos de mejora, resultando en que más de 25 millones de afiliados dependan hoy de las decisiones de unos cuantos funcionarios nombrados discrecionalmente. Además, dos de las más serias EPS solicitaron finalizar su operación ante la desfinanciación de la Unidad de Pago por Capitación o UPC.

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Mientras todo eso pasa, las necesidades médicas de 52 millones de personas son una realidad acuciante, cierta. Independientemente de los devaneos ideológicos de políticos irresponsables, la gente necesita todos los días de medicamentos, atenciones hospitalarias y de urgencias, procedimientos quirúrgicos, consultas, terapias, exámenes de diagnóstico, vacunas y programas de prevención; así, que ante un Sistema de Salud en crisis y sufriendo las ya palpables demoras en la prestación de servicios médicos, a los colombianos les toca empezar a meterse la mano en sus deshilachados bolsillos para pagar directamente por servicios médicos que con cada vez más ineficiencia les suministra un Sistema de Salud en desintegración.

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¿Qué es el Gasto de Bolsillo en Salud (GBS)? En forma simple, es el total de erogaciones que hace una familia por su cuenta para pagar servicios médicos, medicinas y otras necesidades sanitarias no cubiertas por los servicios de salud y de seguridad social del Estado. En otras palabras, el incremento del GBS le quita dinero al cubrimiento de otras necesidades básicas de una familia, como alimentación, educación, vivienda, y expolia su frágil economía en muchos casos.

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Mientras que el promedio de Gasto de Bolsillo en Salud en Latinoamérica es el 42,7% por ciento del total del gasto de salud, según un estudio de la Universidad ICESI en Colombia ese gasto es de 20,6%, la mitad; explicado de otra manera, significa por cada peso que un colombiano gasta en salud, el Estado invierte cuatro pesos, el 20%. Y países como Brasil tienen un GBS de 43,9%, México del 40%, Chile del 34,7% y Venezuela 33,8%. Por tanto, la mayoría de latinoamericanos tiene que gastar más de su propio bolsillo que los colombianos y sólo Argentina tuvo un menor GBS (Datos de la Universidad ICESI).

Desde la perspectiva de la evaluación de sistemas de salud, ¿por qué es importante evaluar el comportamiento del GBS? Porque si las familias tienen que gastar más de su bolsillo para cubrir necesidades sanitarias, significa entonces que probablemente su Sistema es menos eficiente o les provee menos o tiene coberturas más bajas. Se entiende entonces que, si las familias en Colombia tienen un Gasto de Bolsillo en Salud bajo comparado con el de otros países de la región, algo bueno debe tener el actual Sistema colombiano. Pero igual lo quieren destruir, lo están destruyendo.

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Así que las familias ante la gran incertidumbre creada dentro del Plan Obligatorio de Salud, y, dado que no podrán cubrirse con los Planes Complementarios de las EPS porque están desapareciendo, han empezado a buscar alternativas para cubrir sus riesgos mediante Planes de Medicina Prepagada o Pólizas de Salud Privadas más costosas, y asegurar así los servicios médicos que hoy reciben sin pagar de más, pero que por la incertidumbre creada temen que ya no recibirán más o que recibirán incompletos o de mala calidad.

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Estos planes privados tienen grandes variaciones de costo según sean sus coberturas, con precios entre $200.000 y $1.200.000 afiliado/mes. Aunque esta es una buena noticia para los aseguradores que verán crecer sus portafolios, no lo parece tanto para muchas familias que tienen que invertir en un seguro privado cuando no lo tenían contemplado.

Deberemos comenzar a comprar más medicamentos en el canal comercial de farmacias, el que usualmente vende a mayor precio, y tendremos en muchos casos que buscar atención médica especializada en clínicas y consultorios particulares ante la incapacidad de servicios intervenidos por la Supersalud o mal planificados o administrados bajo influjo político como ya se ve. Por supuesto, se entiende que las familias que tengan mayores ingresos serán quienes puedan costearse más servicios médicos privados, quedando la población de menores recursos a merced de lo que les pueda suministrar el sistema, ya sea el actual que está en estado crítico o uno nuevo e ideal como se quiere imponer, el que, si funciona, se tomará varios años para operar eficientemente.

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Así que podemos ir contando desde ya con que el Gasto de Bolsillo en Salud de las familias va a ir creciendo sin pausa durante todo el tiempo que se prolongue la crisis. Si el Sistema cuesta hoy, mal contados, $100 billones y el Gasto de Bolsillo en Salud sube a niveles de países como Venezuela, México, o Brasil, a las familias les significará un gasto adicional de entre $15 y $25 billones, algo así como una especie de ‘nuevo impuesto’ que tendrán que pagar en adelante los hogares colombianos.

FRANCISCO DE PAULA GÓMEZ
Experto en Salud Pública y Seguridad Social.

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Written by jucebo

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