En los entresijos del Gobierno hay unos puestos que son tan esquivos como codiciados: los viceministerios.
Se trata de mandos medios que, aunque gozan de cierto poder e influencia, son muchas veces los dolientes –lejos de los reflectores– a la hora de atender chicharrones y apagar incendios.
Sin embargo, en estos siete meses, esas plazas se convirtieron en otro talón de Aquiles para Gustavo Petro. Le estallaron.
¿La razón? El ‘despelote’, los choques y las rencillas que se…