Jorge Hawasly tocó la gloria, después el infierno, duró 40 días inconsciente, su cuerpo ya hedía en un hospital de Medellín, estaba desahuciado por la ciencia, pero Dios tuvo la última palabra y lo envió de regreso, cuadripléjico al paraíso de Sincelejo.
Hawasly, Monteríano, 170 de estatura, audaz, risueño, chicanero, a sus 28 años creía haberlo ganado todo, pero un conductor borracho lo mandó al infierno para resucitar y poder leer su mejor reportaje.
Hoy, a sus 54 años, tiene tres hijos profesionales de sus dos matrimonios, es un hombre feliz, porque en medio de su recuperación conoció a Dios y hoy Dios lo utiliza para salvar vidas.
Las cosas no suceden deliberadamente. Suceden cuando deben suceder. Hoy ha almorzado conmigo en un asadero de pollos y hemos revivido su mejor reportaje de cuando era el mejor pelotero de Colombia y después la desgracia del accidente que lo redujo a la mínima expresión, el 14 de octubre de 1996 a las 11.00 pm en Sincelejo, hace 26 años.
El Piporro Hawasly, como se le conoce, siempre ha dicho, que el mejor reportaje de su vida deportiva lo hizo en El Heraldo Alfonso Hamburger y que hoy daría un ojo de la cara por leerlo otra vez.
He escrito tantos reportajes que solo se acuerdan de ellos alguno que otro de esos personajes que fueron cayendo en mis manos, porque mi desorden no ha dado para guardarlos. No le presto atención a eso. Pero Jorge, con su sonrisa eterna, siempre recordó el suyo y cada vez que me lo encuentro me lo recuerda, como en esta tarde que llueve sobre los almendros en Sincelejo.
Le dije que de mi carro en San Jacinto, Bolívar, sustrajeron el disco duro donde tenía unos dos mil reportajes y hoy están perdidos. Allí estaba el de él. Pero este lunes de lluvias en Sincelejo, Jorge fue enviado por Dios a que se encontrara conmigo. Ya eran pasadas las 2:00 pm y se había acabado el mote de queso. A falta de mote bueno es el pollo asado con sopa de hueso. Y de sobremesa la palabra de Dios… Continuará.