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Quienes quieren hacerle daño a Juan Miguel Galvis, candidato a la Gobernación del Quindío, son tan cínicos que no les importó atentar contra la credibilidad de La W, una de las emisoras más prestigiosas de Colombia, al enviarle información falsa. “Son daños colaterales”, pensarán, y cruzando los dedos para no ser descubiertos, le hicieron llegar a la periodista Paola Herrera una noticia protagonizada por una denunciante anónima (supuestamente parte de una veeduría) que entregó información errónea, material fundamental para erigir una farsa.
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No encuentro otra razón: seguro debieron utilizar un intermediario creíble para que la comunicadora, sagaz investigadora, cayera en el engaño. Pero si le pasó al legendario Gay Talese (91 años), piedra angular del periodismo narrativo, que debió tirar a la basura su más reciente libro, El motel del voyeur, porque descubrió, cuando ya estaba impreso, que el protagonista le había mentido, ¿por qué no le pasaría a una jovencita, comparada con él, de tan solo 37 años?
Si Herrera es respetada en Colombia, Talese es venerado en el mundo, y hoy tienen en común que fueron irrespetados por embusteros de carrera que sin calcular el daño que les podían causar, debido a la ausencia de remordimientos propia de los sociópatas, les entregaron la antítesis de su materia prima: no una sólida verdad, sí una frágil mentira.
A Galvis se le señaló de haber suscrito, cuando fue secretario de Aguas e Infraestructura, un contrato con el señor Cicerón Botero como ingeniero civil, a pesar de no serlo (administrador de obras civiles). La Gobernación sostiene desde su oficina Jurídica que Botero adjuntó documentación falsa (diploma y tarjeta profesional), mientras que él, Botero, en sus redes sociales, expresó que fue un error en contratación: “Elaboraron un contrato con documentación que no era de mi hoja de vida”, dijo.
La Gobernación y Botero coinciden en algo, Galvis no tuvo relación alguna con el proceso de contratación y por ello él encabezó su post en Facebook de la siguiente manera: “Explicación sobre la noticia mentirosa y engañosa que está circulando en medios sobre la responsabilidad del arquitecto Juan Miguel”.
“En Colombia, las entidades públicas parten del principio de presunción de buena fe de las personas que suscriben contratos con ellas. Tras la firma del contrato en enero de 2022, el 29 de julio de ese mismo año, el Consejo Profesional Nacional de Ingeniería, Copnia, cumpliendo con sus facultades, solicitó mediante un auto el listado de los profesionales contratados y al contrastar la información de los ingenieros, se percató de la falsificación. Copnia dio traslado a los entes de control”, explicó Galvis en un comunicado.
Falló la periodista, claro; y no debió titular “Candidato a la Gobernación del Quindío, Juan Miguel Galvis, implicado en casos de corrupción”, pues con una simple verificación de la información, mediante una llamada a la Gobernación del Quindío, se hubiera percatado de que en las funciones de la Secretaría de Aguas e Infraestructura no está la contratación, y que, por ende, el contrato de prestación de servicios profesionales, relacionado, el 1043 de enero de 2022, no fue suscrito por él, y en consecuencia la información es falsa.
Mientras tanto, la ola diferente crece, se esparce por los campos y las calles, es un voz a voz incontenible que atrae a los buenos, que siguen a un líder que con carisma y honestidad se gana su confianza, tomando forma de esperanza.
“No más mentiras. No hay revanchas, simplemente llegó la hora de la verdad”, dice Juan Miguel. La W se equivocó y rectificará, y los enemigos de Galvis quedan en evidencia, y es por esa razón que en el Quindío los tildan de mentirosos, de mitómanos, de corruptos, y no quieren votar por ellos, los quieren botar, alejarlos del poder, porque si están dispuestos a engañar para ganar, de seguro un gobierno suyo se cimentaría en la decepción.
Ellos son falacias, Juan Miguel es verdad. El Diferente está en la cancha, y como su rival desaparece, pues se pierde en una maraña de mentiras, él da muestras de su virtud, y al no tener a nadie al frente, ganará por doble u.
