Hace 22 años surgió el sueño de los santandereanos de mejorar la conexión vial entre el norte de Bucaramanga, el aeropuerto de la ciudad y el municipio de Rionegro, un ambicioso proyecto de infraestructura que incluía 66 kilómetros, gran parte de ellos en doble calzada. Dos décadas después, esta iniciativa se convirtió en una utopía, mientras la molestia de la comunidad por el mal estado de esos tramos continúa en aumento.
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