Colombia por su ubicación geográfica, es uno de los países con mayor radiación solar en el mundo, donde hay recursos naturales en abundancia para generar energías limpias como fuertes vientos, alrededor de 30 ríos, más de 1.200 lagunas, donde también se concentran el 49 % de los páramos de Suramérica. Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura destaca que Colombia podría ser una de las siete despensas alimentarias del mundo por su disponibilidad de tierras.
Precisamente, según el Fondo Mundial para la Naturaleza, son 114 millones de hectáreas con las que cuenta el país, de las cuales 26 millones (22.8 %) tienen posibilidades para la producción agrícola, pero no se utilizan ni la mitad, demostrando el potencial que existe para fortalecer una economía sostenible basada en su biodiversidad pero que no se ha aprovechado en su totalidad. Así pues, son terrenos improductivos que bien pueden ser destinados para generar alimentos e incluso energía solar.
“Colombia actualmente está pasando por un desabastecimiento debido a que la mayor fuente de energía es hidroeléctrica y no está llegando tanta agua a los embalses. Sumado a eso, la demanda aumenta más rápido que la oferta, convirtiendo a la energía en un servicio de mayor costo de lo que solía ser antes, sobre todo en las zonas costeras. Por eso, las Minigranjas se plantean como una solución para abastecer el país de energía limpia y que al mismo tiempo sean de beneficio para su población, siendo La Guajira y Santander, una gran alternativa por su producción solar”, expresa Eduardo Ospina, CEO de Unergy, plataforma que facilita la inversión en proyectos de energía solar.
En primer lugar, La Guajira es una región muy importante para el desarrollo de las energías renovables pues cuenta con uno de los recursos solares más altos del país, además de las mayores velocidades de viento para turbinas eólicas. Adicionalmente, sus terrenos son planos y con pocos árboles lo que facilita la instalación de los paneles solares y la siembra.
Por su parte, Santander, aunque presenta un reto por su topografía para la instalación de la infraestructura, no padece tanto de vientos y presenta alta radiación, siendo de los lugares con mayor producción de energía fotovoltaica. Dicho de otro modo, las condiciones de cada región son únicas y por eso son evaluadas desde el punto de vista ambiental, confirmando que no se esté ejecutando el plan en zonas protegidas o sobre drenajes ni humedales.
“En Unergy buscamos generar empleos en las comunidades aledañas a las Minigranjas e impactar positivamente el sistema de distribución de energía, por eso elegimos estratégicamente estas zonas como pioneras para la instalación de Minigranjas solares. La Guajira es un departamento con gran potencial energético por su recurso solar y aunque tiene dificultades para hacer proyectos, la experiencia de Unergy ha sido muy buena. Por otro lado, Santander, aunque es más central, también aporta una excelente oferta solar, lo que los convierte en puntos claves”, asegura Ospina.
Estas Minigranjas, que suman una capacidad de 3.6 MWp en La Guajira y 3.6 MWp en Santander, tienen como objetivo no solo la generación de energía limpia sino la reducción de la pobreza energética en las comunidades rurales, puesto que son proyectos de Generación Distribuida (GD), donde la energía es producida cerca de donde se consume y se utiliza energía solar en lugar de depender de grandes centrales eléctricas ubicadas a largas distancias que se traduce en tarifas de transporte y pérdidas.
De igual manera, los avances en tecnología para lograr lo anterior son indispensables, por eso estas Minigranjas cuentan con tecnología Zentrack, un dispositivo patentado, que incrementa el rendimiento de la generación de energía solar en un 15 %, designado por la Superintendencia de Servicios Públicos como una de las tecnologías más relevantes del país.
Adicionalmente, esta iniciativa cuenta con un equipo social para capacitar a la población, otorgar asistencia técnica y generar empleo local, fomentando la apropiación comunitaria; y según las condiciones del terreno, puede implementarse agrovoltaica, donde las familias siembran gratuitamente melones y sandías, para obtener su cosecha, impulsando el desarrollo económico de la región y al tiempo que genera un impacto social.
Finalmente, aunque sigue siendo un camino con obstáculos, es evidente que en Colombia cada vez son más las apuestas por este tipo de proyectos de energía limpia que no solo contribuyen a mitigar el déficit energético, sino que también impulsan el desarrollo económico de forma sostenible y amigable con el medio ambiente.
Una muestra de ello se evidenció en Barranquilla, siendo el epicentro de la Feria de las Economías para la Vida, un evento organizado por el gobierno para fomentar la reactivación económica del país, donde se esperaba recibir aproximadamente US$10.000 millones de parte de instituciones financieras internacionales y países desarrollados en la transición a energías renovables.