Algo que siempre se ha dicho es que Bogotá no volvió a ser la misma después de la pandemia, puesto que las acciones emprendidas por la administración de ese momento para atender la crisis social que se desató en la ciudad, llevaron la deuda pública a niveles, que si bien se han manejado bien, hoy en día quitaron margen de maniobra para pensar en grandes iniciativas hacia el futuro.
Y si a esto se le suma que la ciudad actualmente tiene frentes de obra activos en varios puntos al tiempo, cada uno demandando recursos y esfuerzos del Distrito, el panorama es desafiante, toda vez que el manejo de las cuentas requiere mucha precisión y responsabilidad por parte de las autoridades.
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Finanzas deterioradas
Esta semana se conoció un reporte de la agencia Standard & Poor’s, que confirmó la calificación de deuda de largo plazo del Programa de Emisión y Colocación de Bonos de Bogotá en AAA, tras destacar la “sólida capacidad de pago” y que ha demostrado un desempeño adecuado en el recaudo de impuestos a pesar de la desaceleración económica, gracias a su fortaleza institucional y a la implementación de medidas eficientes de fiscalización y seguimiento.
Esta calificadora indicó que el buen manejo tributario ha permitido que el Distrito mantenga una tendencia creciente de sus tributos, con un incremento promedio anual de 21,7% entre 2021 y 2023, que si bien se mantendrá, será un poco más débil en el futuro por cuenta de la desaceleración que golpea a todo el país.
Panorámica nocturna del Centro Internacional de Bogotá.
Carlos Ortega, Mauricio Moreno, Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO
“El gobierno actual planteó un Plan Distrital de Desarrollo de aproximadamente $142 billones que financiará parcialmente con deuda, lo que aumentaría el indicador de sostenibilidad de la deuda de Bogotá a 79% en 2027 desde 56,2% en 2023. Este indicador está por debajo del límite regulatorio. Sin embargo, estaremos atentos a su desempeño teniendo en cuenta el acelerado crecimiento de la deuda que derivaría en menor flexibilidad de apalancamiento para futuras administraciones”, explicó.
Acá se debe decir también que a pesar de la menor dinámica económica, el desempeño financiero de Bogotá sigue siendo favorable, reflejado en un crecimiento del 16,7% en ingresos tributarios en 2023, superando las proyecciones anteriores de S&P Global Ratings. Este aumento fue impulsado principalmente por los impuestos de Industria y Comercio, predial unificado y vehículos automotores, que representaron el 88,6% de los ingresos tributarios.
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Presiones desde Transmilenio
En otro apartado, Standard & Poor’s se concentra en Transmilenio y la presión que esta firma ejerce sobre las finanzas de la ciudad, destacando que en el periodo 2020-2023 las transferencias de Bogotá a Transmilenio (TMSA) aumentaron un 55%, impulsadas por la disminución de la demanda, el incremento en los costos de operación y la persistente alta evasión en el sistema y que las cuentas este año tienen proyecciones similares.
“Es altamente relevante para la movilidad y el desempeño económico de la ciudad, por lo cual cuenta con el apoyo permanente del ente territorial. Consideramos que el Distrito está en la capacidad de continuar con el respaldo al sistema de transporte; sin embargo, estaremos atentos a la dinámica de la demanda del sistema dados los cambios estructurales en esta”, advirtieron.
Debido a esto, el desempeño de Transmilenio y su estabilidad financiera serán monitoreados de cerca, así como las estrategias operativas y de financiamiento implementadas por el ente gestor y el Distrito, de cara a aumentar la demanda y reducir la dependencia de las transferencias distritales, con miras a mejorar la eficiencia y sostenibilidad del sistema a corto y mediano plazo.
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Riesgos en el camino
Un último punto que se revisa en este informe es el cupo de endeudamiento por $8,6 billones que la Alcaldía solicitó al Concejo, señalando que perciben la solidez necesaria para pagar estos recursos en el futuro, derivada del acceso al mercado financiero y diversas fuentes de financiación. No obstante, sostiene que el crecimiento acelerado de la deuda podría reducir la flexibilidad financiera para futuras administraciones y debido a esto es importante revisar con cuidado los desembolsos de la deuda para que no se comprometa la estabilidad fiscal.
TransMilenio
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Respecto al deterioro de la liquidez agregan que era algo que “preveíamos en nuestra revisión pasada al tener en cuenta el impulso a los distintos proyectos y gastos que daría la administración anterior”, aunque sostienen que harán un seguimiento detenido frente a las decisiones que se tomen en materia fiscal y a cómo evolucionan estos indicadores.
Por último, Standard & Poor’s dejó claro que la confirmación de la calificación de Bogotá dependerá de la continuidad en la eficiencia del recaudo y fiscalización de los tributos, así como de la sostenibilidad de las finanzas del Distrito, garantizando que el crecimiento de los gastos esté alineado con la dinámica de los ingresos.
Además, para ellos será crucial la ejecución de proyectos de inversión que contribuyan positivamente a la dinámica económica del ente territorial, así como superar cuánto antes los atrasos que hay en algunos frentes de obra activos.
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De otro lado, advierten que la calificación podría verse afectada negativamente si se produce un deterioro en la dinámica económica, lo que podría impactar el recaudo y causar una disminución sostenida de los ingresos tributarios.
También les preocupa un incremento sostenido de los gastos operacionales, especialmente en áreas que no están relacionadas con la inversión, así como un debilitamiento en la situación financiera de las entidades descentralizadas de Bogotá, como Transmilenio, que podría exigir mayores compromisos de recursos del ente territorial.
Cabe resaltar que la misma Alcaldía se ha mostrado consciente de los retos fiscales que atraviesa la ciudad y por tanto han dado prioridad al pago de compromisos y la liberación de nuevo cupo para pensar en iniciativas a futuro que ayuden a mantener el buen paso que lleva la economía de Bogotá, pese a las adversidades.
