«Yo solo quería conocer las playas de Tanzania, pero por ser colombiano y estar en el lugar equivocado fui víctima de una injusticia», así recuerda Andrés Felipe Ballesteros que comenzó su infierno de 8 años preso en Tanzania en la cárcel de Keko, una de las peores del mundo, y a 12.172 kilómetros de su país.
Estuvo en el infierno en más de una forma. Además de la injusticia, vivió torturas, soportó golpizas, comió porquerías y fue tratado –como él dice– peor que una…