Hace 37 años, cuando el volcán Nevado del Ruiz hizo erupción, William Suárez Aristizabal vio cómo una mezcla de agua y lodo que él describe como una colada espesa y caliente pasó a unos pocos metros de su casa, en la vereda Río Claro en Villamaría, Caldas. Perdió a sus vecinos, sus animales y el beneficiadero de café.
Ahora, tras el aumento de la actividad del volcán y la orden de evacuar su vivienda, se resiste a dejar su casa y sus animales.
“Yo de aquí no me muevo, yo vivo…