Llegó a su fin la versión 62 del Festival del Bambuco en San Juan y San Pedro que, aunque cambió de nombre, continúa con los mismos aspectos feos y por mejorar de años anteriores. También hay puntos positivos, que ojalá se refuercen de cara al 2024. Es primordial escuchar la crítica del público, que es finalmente el protagonista y por el que se hace evento. Aquí las conclusiones de LA NACIÓN.
Lo bueno
- El festival fue incluyente con la población en situación de discapacidad. Por primera vez, el 62 Festival del Bambuco en San Juan y San Pedro tuvo el Encuentro Folclórico de Personas en condición de discapacidad. Excelente.
- Así mismo, la población LGTBI contó con su espacio en los diferentes desfiles, donde ondearon una vez más sus banderas. De destacar.
- Hubo una gran acogida por parte de las candidatas a los certámenes de reinados popular, señorita Neiva departamental y nacional.
- La transmisión de todos los eventos mediante las redes sociales ayudó a que el más importante encuentro del folclor opita llegara a todos los rincones del Huila, Colombia y del ámbito internacional en el caso de aquellos huilenses que extrañan su tierra.
- El Parque de la Música Jorge Villamil Cordovez fue el escenario de la mayoría de actividades, siendo esta una infraestructura adecuada para encuentros de esta índole.
- Las festividades siguen atrayendo a turistas nacionales y continúan congregando a las familias.
- Propios y visitantes se animan por vestir los atuendos tradicionales de las festividades.
- El gobernador Luis Dussán hizo parte de la agenda de la elección y coronación de la Reina Departamental del Bambuco, mediante un show de canto que rompió con la rutina. De aplaudir.
- Los artesanos y artistas se fajaron con su trabajo, trasmitieron amor y entrega por la cultura colombiana mediante sus obras y puestas en escena.
- Este año los conciertos privados sí se llevaron a cabo.
- Fue buena la feria del asado, del achira y demás productos autóctonos.
Lo feo
- Sin duda, lo más feo de la versión 62 del Festival del Bambuco fue la falta de organización de los palcos. La Alcaldía de Neiva repartió espacios a diestra y siniestra y no se detuvo a pensar en el bienestar de la gran cantidad de familias que no pueden pagar una entrada a este tipo de infraestructuras; los dejaron sin ni siquiera una buena sombra en dónde sentarse.
- Hecha la ley, hecha la trampa. La Alcaldía de Neiva prohibió la comercialización, venta y uso de vuvuzelas, harina, espumas y similares, pero en las actividades fue precisamente la espuma la protagonista, incluso, los mismos policías terminaron bañados con esta sustancia. El ejemplo tampoco fue el mejor, porque en el desfile de ‘chivas’, una uniformada también estaba utilizando este producto.
- La puntualidad es una virtud con la que definitivamente no contó la versión 62 del Festival. La mayoría de eventos comenzaron media hora tarde, incluso hasta dos horas tarde; lo cual es una falta de respeto con el público.
- Cantidad no es sinónimo de calidad. Las veladas de elección y coronación se extendieron en promedio durante más de 6 horas y todas terminaron en las primeras horas del día siguiente, tipo 1 y 2 de la madrugada. Debe revisarse el tema, sobre todo el reinado infantil, “Herederos de la Tradición”.
- “¿Qué pasó con el desfile de bienvenida?” Eso es lo que se preguntó el público al apreciar reinas sin carrozas y pobreza de comparsas durante ese evento. La asistencia de personas también fue muy baja.
- Feo que las riñas sigan siendo una problemática durante las festividades.
- Y muy feo que las familias eviten salir a ciertas actividades por la sensación de inseguridad.
- La invasión del espacio público no pudo ser controlada, aunque era ilegal, más de uno se apoderó de un lugar y alquiló sillas a $10.000 y $20.000.
- Feo ver cómo los precandidatos también ‘desfilaron’ haciendo campaña.
Por mejorar
- ¿15 días de fiesta no es mucho? Es hora de analizar si dos semanas de festividades sampedrinas son acertadas y favorables, ¿para quién? En lo que respecta a los eventos culturales, como los encuentros de bambuco tradicional, de rajaleñas, interpretación de La Hojita, entre otros, el público fue minúsculo, irrisorio frente a todo el trabajo que hicieron en escena los artistas, pero que, muy pocos apreciaron. Durante la primera semana, la asistencia es cada vez más baja.
- El trabajo de las comparsas debe valorarse y destacarse más con algún tipo de reconocimiento que, además, anime a hacer cada año mejores presentaciones. El premio y exaltación no puede ser solo para la reina.
- El desfile en traje acuático sigue sonando interesante, pero con poca afluencia de público debido a múltiples factores. Urge pasar de la crítica a la acción.
- Los eventos del Club Campestre congregan a gran cantidad de personas sobre todo por los conciertos, pero la falta de organización del lugar continúa generando monumentales trancones desde el puente sobre el río Arenoso, el fenómeno se repite año tras año y ya es grotesco.
- Debe revisarse con seriedad el cobro por parte de los taxistas durante la temporada sampedrina, son dos semanas donde ‘hacen su agosto’ con tarifas excesivas.
- Dos ferias diferentes de artesanos es poco rentable para los mismos, aumenta la competencia y, además, en una de estas se cobró por la entrada.
- Solo dos de los cinco jurados en la velada de elección y coronación de la Reina Nacional tenían experiencia en relación con el baile del bambuco. Hay que rescatar la calidad de los mismos.
- Urge contar con personas idóneas a la hora de planear y desarrollar el festival.
- El maltrato animal sigue estando presente en las cabalgatas, las normas no se están cumpliendo.
- Las festividades no pueden generar solo montones de basura, también es importante apostarle al desarrollo de la conciencia ciudadana.
