Aquello de predecir el futuro dista mucho de ser una ciencia exacta. Pero en lo que corresponde a Colombia no es necesario tener una bola de cristal que funcione para pronosticar –con un alto grado de certeza– que para finales del año un nuevo nombre formará parte del léxico usual de millones de personas y negocios a lo largo y ancho del territorio nacional.
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De hecho, en cuestión de semanas aparecerá una campaña de publicidad cuyo lema casi se explica por sí solo. “En el 2025 todo será más Bre-B”, afirma el borrador de la nueva pieza, que a renglón seguido le advierte a quien la ve: “envía o recibe dinero de banco a banco en cualquier hora del día”.
Más de un transeúnte desprevenido podrá pensar que se trata de una oferta con nombre propio, hasta que empiece ver que los logos de múltiples instituciones financieras acompañan el mismo mensaje. Así, en cuestión de meses el sello Bre-B será conocido como el sistema de pagos inmediato que le hará la vida más fácil a mucha gente.
Si bien la expectativa irá en aumento, habrá que esperar hasta septiembre para que la gente experimente los beneficios de un modelo que ha sido una verdadera revolución en distintas latitudes. Basta con observar lo sucedido en Brasil, que en 2020 vio nacer a Pix, el cual es utilizado ahora por tres cuartas partes de los ciudadanos de la nación más grande de América Latina.
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Por cuenta de la masificación de la herramienta, la mayoría de las operaciones diarias de los brasileños –desde hacer compras en un mercado hasta ir a un restaurante o pagar el transporte– se apoyan en este instrumento. Según estadísticas del Banco Central de ese país, en diciembre se contabilizaron 5.710 millones de transacciones directas, lo que equivale a un salto cercano al 35 por ciento frente a los registros de un año atrás.
Y esto, dicen los que saben, apenas comienza. Desde el punto de vista de los usuarios hay un ahorro significativo en lo que vale enviar o recibir dinero, a lo cual se suma la aparición de un sinnúmero de opciones financieras adaptadas a las particularidades de cada individuo o comercio.
Por su parte, varios análisis sostienen que las nuevas circunstancias impulsan el crecimiento económico y abren oportunidades –como la de acceder a un crédito formal– que se traducen en mayor capacidad de consumo y más dinámica empresarial. De paso, el uso del efectivo en el gigante suramericano viene cayendo en forma acelerada, porque cada vez es menos necesario.
Resulta totalmente factible que en Colombia ocurra algo similar. Tanto la omnipresencia de la telefonía móvil como la gran popularidad de las billeteras digitales –tipo Nequi, Daviplata, dale!, Lulo o Uala, entre otras– hacen que el terreno sea el propicio para que Bre-B despegue con rapidez.
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Mérito propio
No menos importante es la génesis de este cambio fundamental cuyo motor es el Banco de la República. Por cuenta de su papel como “banco de bancos” y de una serie de normas que le permitieron adentrarse en el mundo de los pagos inmediatos, el Emisor asumió el diseño del esquema con entusiasmo y profesionalismo.
Buena parte del éxito del proceso ha sido jugar con cartas destapadas, lo cual incluye objetivos claros y un diálogo permanente con los diferentes actores, sean públicos o privados. Ello ha permitido escuchar sugerencias, abrir espacios para recoger comentarios y subir a múltiples interesados al mismo barco.
Así, la parte final de 2022 y todo 2023 se usaron para adelantar una serie de foros técnicos sobre sistemas de pago, lo cuales incluyeron grupos de trabajo sobre asuntos complejos relacionados con tecnología e interoperabilidad. En forma paralela, una ley autorizó al Banco para determinar la regulación y este dio a conocer versiones de circulares que contenían inicialmente lineamientos generales, al igual que anexos técnicos que se distribuyeron ya en 2024.
Contar con una especie de árbitro imparcial que escucha y está encargado de establecer las reglas de juego, pintar la cancha y aportar el equipamiento, es clave para que no haya resquemores.
Ello explica en buena medida el buen desempeño de UPI en India o de BI-FAST en Indonesia, para solo nombrar un par de casos ejemplares aparte del de ya mencionado Pix.
Dicho de manera coloquial, aquí nadie está haciendo negocio a costa de otro. De lo que se trata es de construir un paraguas que cubre bajo su sombra a todas las entidades que manejan dinero del público, al igual que a las compañías y las personas que deseen abrigarse, a sabiendas de que aquel que prefiera quedarse afuera estará expuesto al sol y a la lluvia.
Desde el punto de vista de los individuos, de lo que se trata es de poder transferir fondos a cero costo. Hoy esa posibilidad existe para los clientes de una misma institución financiera, pero no necesariamente cuando el envío involucra a bancos o billeteras digitales distintas.
A lo anterior se suma la inmediatez, a cualquier hora, sin importar el día del año. Como lo explica Ana María Prieto, directora de Sistemas de Pago del Banco de la República, “el dinero lo vamos a poder mandar desde una cuenta a otra y este será recibido en 20 segundos”. Ello implica que desaparecerá la restricción de realizar un giro electrónico a un tercero antes de las 12 del mediodía para que se haga efectivo en la jornada o la necesidad de esperar al lunes si se hace el envío un viernes en la tarde.
Además, la economista del Emisor subraya que Bre-B integra las billeteras digitales y agrega a decenas de entidades más como las cooperativas o las microfinancieras. “No importa dónde uno tenga la cuenta para generar un pago”, subraya.
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Lo que falta
Contada así, la historia parece sencilla, pero claramente no lo es. Para comenzar está el reto tecnológico que consiste en construir la infraestructura que les permita a unos conectarse con otros y entregar respuestas en tiempo real.
Junto a lo anterior surge la dificultad de liquidar cada operación para que a cada quien se le acredite o debite su plata sin que haya rechazos injustificados. En conjunto, cada vez que haya un corte, los bancos o intermediarios tendrán saldos a favor o en contra que deberán compensarse de manera adecuada con el fin de que no aparezcan problemas de liquidez. Cada paso demanda planeación y soluciones efectivas, junto con mecanismos innovadores.
Pero más allá de que en estos meses se hagan los test de rigor y todo funcione de manera debida, a partir del segundo semestre viene la verdadera prueba de fuego. Esta consiste en la reacción que tenga la ciudadanía, la cual estará invitada a escoger la llave personal que le permitirá abrir las puertas del sistema.
El término hace referencia a un identificador para cada cuenta individual, que puede ser el número del celular, el correo electrónico, la cédula o una clave con letras y números (alfanumérica). Si alguien es cliente de varias entidades, podrá contar con llaves distintas, que estarán alojadas en uno u otro sitio.
Para septiembre, los colombianos que poseen una cuenta en una institución financiera (cerca del 90 por ciento de los adultos) encontrarán el sello de Bre-B al entrar de manera virtual a su espacio. Quien desee hacer un pago solo tendrá que autenticarse y proceder a escribir la llave del destinatario (que en el caso de un comercio puede ser un código QR), con lo cual se desocupará en menos de un minuto. El procedimiento será igual siempre, para que la experiencia resulte uniforme.
Vale la pena aclarar que esta es una opción destinada a transacciones de un monto relativamente bajo. A la fecha el cálculo es que el límite por giro estará alrededor de los 11 millones de pesos, aunque cada intermediario financiero tendrá independencia para establecer techos adicionales, ya sea, relacionados con el monto o la frecuencia.
Una de las consideraciones para que así sea es la seguridad. Al igual que la facultad de pasar plata en un abrir y cerrar de ojos sirve para facilitar la vida cotidiana, los amigos de lo ajeno tratarán de aprovechar esa velocidad para quedarse con lo que no es suyo.
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De vuelta a Brasil, el lanzamiento de Pix vino acompañado por un mayor índice de denuncias de secuestro exprés. En respuesta, se ensayaron distintas estrategias que han llevado a una menor incidencia de ese delito y de las cuales Colombia ha tomado atenta nota.
Sin embargo, los riesgos son menores que las oportunidades que surgen. En lo que atañe a los bancos, estos dejarán de recibir ingresos por las transferencias que hacen sus clientes a otras entidades. A pesar de ello, el terreno que se les abre es enorme, comenzando por la colocación de créditos, el ofrecimiento de alternativas de inversión o la venta de seguros.
Debido a ello, cuando se hizo la presentación en sociedad de Bre-B durante un acto organizado por el Banco de la República a mediados de octubre pasado, el apoyo de los ejecutivos del sector que estaban presentes fue entusiasta. En general, y más allá de las complejidades operativas que trae adaptarse a un nuevo esquema, la visión respecto a lo que viene este año es muy positiva.
Además, hay conciencia de que falta mucho terreno por recorrer. Dentro de la hoja de ruta del Emisor, está por escalar la herramienta para que abarque los giros entre empresas, el recaudo de impuestos locales y nacionales o el pago del transporte masivo, entre otros. Más ambicioso todavía es llegar a los pagos transfronterizos, lo cual facilitaría el turismo y el comercio exterior.
Todo lo señalado es importante por razones de competitividad. Tanto en América Latina como en el resto del mundo hay un verdadero auge en los sistemas de pago inmediato, por lo cual siempre es mejor estar dentro de los primeros de la fila que entre los últimos.
Y no está de más enfatizar en que las cifras involucradas son descomunales. Según la firma ACI las transacciones por esta vía en el ámbito global ascenderán a 575.100 millones de dólares en 2028, lo que equivaldría al 27 por ciento de todos los pagos electrónicos. La misma fuente sostiene que, en lo que atañe a Colombia, la tasa de crecimiento del mecanismo sería superior al 40 por ciento anual en los próximos tres años.
Para que eso suceda es clave que todo funcione bien desde un primer momento, pues la confianza del público resulta fundamental. Tanto la pedagogía que haga el Banco de la República como otros actores forman parte de una ecuación en la que abundan las variables. Afortunadamente, el juicioso trabajo que se ha hecho lleva a mirar lo que viene con optimismo.
La mejoría anunciada también será útil para convencer a los colombianos de que, en medio de las dificultades y las presiones del día a día, el país es capaz de avanzar. No suena aventurado decir que, al menos en este campo, antes de que termine 2025, las cosas serán más fáciles y amigables para la gran mayoría. Dicho de manera breve, eso es lo que justifica la esperanza que acompaña el pronto arribo de Bre-B.
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RICARDO ÁVILA PINTO
Especial para EL TIEMPO
En X: @ravilapinto