Desde una perspectiva simple, los países se pueden dividir en dos grupos: pobres y ricos. No obstante, para entender las razones por las que una nación se considera prospera o no hay que ir más allá de lo que se ve en la superficie.
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Entonces, ¿qué es lo que hace a un país rico? A lo largo de la historia, esta pregunta ha sido analizada por múltiples académicos. En ese grupo de expertos, se incluyen los recientes ganadores del Nobel de Economía: Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson.
La teoría que les permitió hacerse con este reconocimiento sostiene que la calidad de las instituciones de un país puede definir el éxito o el fracaso de una nación. En otras palabras, no solo el dinero y los recursos pueden tener un efecto en el crecimiento económico de un país, sino que también la manera en la que se estructuran sus organismos.
En el caso de los territorios más prósperos, su riqueza puede ser atribuible a la presencia de instituciones ‘inclusivas’. Es decir, de estructuras políticas y económicas que permiten una mayor participación de la población en la actividad económica.
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Distribución de la riqueza
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Todo lo contrario con aquellos países en las que se ha optado por desarrollar un modelo más ‘extractivo’, en el que el poder y los recursos se concentran en manos de unos pocos y la participación del resto queda o limitada o relegada.
De hecho, los académicos explican que esta es una de las claves para entender por qué la democracia, en ocasiones, no genera mayores cambios y el porqué prevalecen en su lugar fenómenos como el clientelismo y la corrupción.
«Muchos economistas dicen que el desarrollo viene del emprendimiento y la innovación, pero en realidad llega de los sueños, la creatividad y las aspiraciones de las personas. Para ser próspero hay que crear una serie de instituciones que puedan cultivar este talento», destacan los expertos.
Uno de los ejemplos que se suele poner sobre la mesa para hacer énfasis en esta idea es la ciudad de Nogales, la cual se encuentra justo en medio de la frontera entre Estados Unidos y México. La teoría sale a relucir cuando se observa que el lado estadounidense tiende a ser el más próspero.
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