Tras varios meses de complicadas situaciones de hacinamiento, salubridad y subsistencia en la ciudad de Bogotá, más de 400 indígenas del pueblo Emberá retornaron a sus resguardos de la mano de la Unidad para las Víctimas.
Después de vivir en la Unidad de Protección Integral (UPI) La Rioja, en la capital del país, 190 familias Emberá regresaron voluntariamente a sus hogares, acompañados por la Unidad para las Víctimas. El viaje inició ayer en horas de la noche desde la UPI, y tras casi 16 horas de recorrido, las familias arribaron a sus tierras en Pueblo Rico, Risaralda y Bagadó, Chocó.
Este grupo de indígenas regresó a sus tierras después de pasar varios meses sufriendo las inclemencias del frío y las carencias que deben pasar en una ciudad que los aleja de sus prácticas y costumbres ancestrales. La falta de oferta social del Estado y el conflicto armado fueron las causas por las que estos indígenas se vieron obligados a abandonar sus tierras.
Una vez en territorio, las familias recibieron transporte mular, kit de alimentos, hábitat y herramientas, que les permitirán mejorar las condiciones de vida de los retornados y de las familias receptoras durante los primeros días de readaptación al lugar que los vio nacer.
“El balance de retorno es muy positivo, obedece a unos acuerdos de la entidad en cabeza de nuestra directora Patricia Tobón, que tienen que ver con la dignidad y respeto por nuestras comunidades indígenas, es un ejercicio de reconstrucción de lazos de confianza con los pueblos ancestrales”, expresó Claudia Segura, coordinadora de Retornos y Reubicaciones de la Unidad.
La Unidad para las Víctimas y la Alcaldía Distrital de Bogotá, junto con los entes territoriales de Pueblo Rico y Bagadó, trabajaron en conjunto para hacer posible este retorno. Además, en el Gobierno del Cambio, la entidad hará un seguimiento exhaustivo a los compromisos propios y de las demás entidades con la finalidad de cumplirle a las víctimas y lograr la sostenibilidad del retorno.
El diálogo permanente, abierto y sincero que creó lazos de confianza entre la comunidad desplazada y la Unidad, fue la clave para hacer realidad estos retornos, logrando procesos dignos, bajo principios de voluntariedad y seguridad, comprendiendo las necesidades urgentes de los indígenas Emberá y brindando soluciones inmediatas y a mediano plazo.
En resumen, la vuelta de más de 400 emberás a su territorio ancestral es una noticia que representa la importancia de respetar los derechos y la dignidad de los pueblos ancestrales y que pone de manifiesto la necesidad de ofrecerles una oferta social que les permita mejorar sus condiciones de vida en sus territorios.