El Laboratorio de Economía para la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana reveló que durante el 2023 había cerca de 973.000 estudiantes dentro del modelo etnoeducativo, es decir, de pueblos indígenas, comunidades afrocolombianas, raizales y Rrom o gitano.
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De ese total, el 52% de los estudiantes son indígenas, es decir 504.307 y el 47% afrocolombianos. Además, se calculó que en el país al menos uno de cada diez estudiantes pertenece a un grupo étnico.
Si bien es alto el porcentaje de estudiantes pertenecientes a grupos étnicos en el país, se debe resaltar que el modelo etnoeducativo se fundamenta en la enseñanza de las 69 lenguas maternas o nativas que existen en el país, de las tradiciones, saberes ancestrales, costumbres y prácticas de las comunidades en relación con su entorno.
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Las cifras reflejan que de las 55.000 sedes educativas en Colombia vigentes, solo 6.568 tienen algún modelo etnoeducativo implementado en su proceso formativo. Incluso, desde el 2007 se ha registrado una tendencia de crecimiento alcanzando el 24,5% en 16 años.
Sin embargo, el laboratorio indica que a pesar del crecimiento en el número de sedes, la implementación efectiva de la etnoeducación enfrenta varios desafíos, como la dotación o la oferta de todos los niveles en las sedes educativas.
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Por otro lado, el Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP) se ha implementado en 4.005 sedes educativas, es decir, solo 60% de las sedes etnoeducativas en 2023. “Por lo que se debe avanzar al 100% de las sedes que implementan el modelo, en aras de complementar”, afirman.
Uno de los datos que ha mostrado una tendencia a la baja corresponde al número de municipios con establecimientos educativos con este modelo. Por ejemplo, en el 2007 se registraron al menos 268 municipios, creciendo en 2011 a 327. El pico se presenció en 2015 con 401, aunque desde ese año se vio una baja para en el 2019 cerrar con 342. En el 2023 disminuyó aún más a los 281.
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“Esta caída subraya las dificultades persistentes en la consolidación de la etnoeducación en Colombia. Aunque el crecimiento inicial fue prometedor, la reducción en el número de municipios sugiere que los programas de etnoeducación enfrentan obstáculos significativos que deben abordarse para asegurar su efectividad y expansión sostenible”, señala el informe.
Si se observa el esquema de la etnoeducación por género, se presenta que el 50,51% de los estudiantes son hombres, comparado con el 49,49% de mujeres. Según el LEE, esta paridad se explica por un acceso “relativamente” equitativo a este tipo de modelos, destacando el “compromiso por la inclusión y la equidad”.
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Respecto a los docentes de etnoeducación, el 35,5% no cuenta con pregrado y el 83% no tiene posgrado. “En las sedes educativas que implementan etnoeducación, se evidencia un déficit de docentes cualificados. Solo el 17% de los docentes en estas sedes cuenta con algún posgrado, en contraste con el 38% en las sedes no etnoeducativas, lo que revela una brecha del 20%.”, indican los investigadores.
El informe insiste en que la rotación de docentes es una de las principales problemáticas en estas comunidades. El 40,7% de los maestros involucrados en estos programas son contratados bajo la modalidad de contratos temporales o canasta educativa (incluyendo prestación de servicios y otras formas similares), lo que impacta significativamente la continuidad y calidad de los procesos formativos.
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Comportamiento por nivel educativo
La distribución de los estudiantes etnoeducativos por grados refleja que dentro del nivel preescolar representan el 4,9%, evidenciando una tendencia al alza a lo largo de los años. Por ejemplo, para 2011 los números aumentaron a 16.247 niños y 15.214 niñas, reflejando un incremento significativo en ambos géneros.
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Mientras tanto, en 2015, la tendencia al alza continuó con 17.629 niños y 16.433 niñas. Sin embargo, en 2019 se observó una disminución con 14.468 niños y 13.458 niñas. El comportamiento de 2023 volvió a mostrar una ligera subida con 14.989 niños y 14.198 niñas.
Para el caso de la educación primaria también se ha registrado un crecimiento constante, con algunas variaciones entre los años. En ese sentido, desde el 2007 había 95.070 niños y 86.742 niñas matriculados, creciendo hasta el 2015, pero a partir del 2019, la cifra descendió a los 87.723 niños y 80.055 niñas
“En 2023, los números subieron ligeramente a 90.409 niños y 81.852 niñas. En general, se observa una mayoría consistente de niños matriculados en comparación con las niñas, aunque la diferencia se ha mantenido dentro de márgenes relativamente estrechos”, afirman.
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La matrícula secundaria registró aumentos especialmente entre 2007 y 2015. Aunque después de estos años, para el 2019, el dato bajó a 40.076 niños y 39.414 niñas, manteniéndose relativamente estable hasta 2023 con 40.328 niños y 38.105 niñas.
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En el nivel de educación media en la matrícula de 2007 había 7.341 niños y 7.020 niñas, aumentando para el 2011 a 11.031 niños y 11.071 niñas, “marcando un punto de equilibrio entre géneros”. En 2015, se registraron 11.883 niños y 11.840 niñas, manteniendo una proporción casi igual.
En 2019, los números aumentaron a 13.260 niños y 13.140 niñas, registrando un incremento continuo. Sin embargo, en 2023, se observó una disminución a 10.265 niños y 10.291 niñas. Dicho esto, un docente entrevistado por los investigadores del LEE, consideró que el buen comportamiento de las matrículas durante el 2015 al 2019 se explicó por la influencia del acuerdo de paz y las dinámicas de reincorporación.
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“Los estudiantes matriculados en programas de etnoeducación, especialmente en la educación secundaria y media, enfrentan desafíos relacionados con las condiciones de seguridad en sus territorios, dado los fenómenos de la extraedad y las dinámicas comunitarias. Los docentes entrevistados han observado cómo el reclutamiento forzado y la presión ejercida por los grupos armados influyen en la decisión de los jóvenes de continuar su educación”, concluyen.