«Dure lo que dure, cueste lo que cueste» es un canto que va por ríos y caseríos de Buenaventura adentro, que vive entre confinado o desterrado por arremetidas de bandas armadas.
Esas voces, entonadas por mujeres, niños y niñas, claman porque se les permita regresar vivos a dos profesores que eran las voces guía en Yurumanguí, uno de los pocos territorios que se han resistido a ser ensombrecidos por cultivos de coca, minería ilegal, tráficos de madera y armas entre los ríos…