El Cabo de la Vela, en La Guajira, guarda entre sus paisajes de inmensa belleza el recuerdo de un misterio que aún duele profundamente. Este 8 de enero se cumplen 11 años desde la desaparición de Borja Lázaro Herrero, un fotógrafo español de 34 años que dedicó su vida a capturar historias a través de su lente. Lo que debía ser una travesía para inmortalizar la cultura y la magia del lugar, se convirtió en un capítulo incierto que su familia no ha dejado de escribir con esperanza y dolor.
Un vacío que aún clama respuestas
Para Ana Herrero, madre de Borja, la llegada de un nuevo año no trae alegría, sino el peso de un recuerdo amargo. “Es necesario que en Colombia sigan investigando hasta saber qué pasó”, expresa con un amor inconmensurable y una fortaleza que inspira. Desde 2014, su lucha ha sido incansable: solicitar búsquedas, exigir investigaciones y mantener vivo el nombre de su hijo.
Borja fue visto por última vez la madrugada del 8 de enero en la Posada Pujurú, en el Cabo de la Vela. Sus pertenencias quedaron intactas, pero su rastro se desvaneció en la inmensidad del paisaje. Pese a los años transcurridos, su madre nunca ha dejado de buscar respuestas ni de abrigar la esperanza de entender lo ocurrido.
Un homenaje al amor y a la dignidad
Aunque en 2024 inició los trámites para declarar judicialmente fallecido a su hijo, Ana Herrero lo describe como un paso necesario, pero lleno de dolor. “Las familias nunca querríamos hacerlo, pero es un requisito para cerrar capítulos legales y evitar dejarle esa carga a su hermano”, explica con serenidad. Sin embargo, en su corazón, Borja sigue vivo en cada recuerdo, en cada fotografía que dejó, y en la energía que pone para ayudar a otras familias que enfrentan situaciones similares.
Hoy, Ana forma parte de una asociación que rinde homenaje a las personas desaparecidas. Participa activamente en actos llenos de amor y dignidad, buscando dar voz a quienes ya no pueden hablar por sí mismos. En su comunidad, Borja no es solo una ausencia; es un símbolo de resiliencia, esperanza y el lazo irrompible entre una madre y su hijo.
Un llamado a la solidaridad y a la reflexión
La historia de Borja Lázaro nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la importancia de no perder de vista la humanidad en medio de la adversidad. Para su familia, el consuelo radica en mantener su memoria viva, exigiendo justicia y respuestas.
Ana Herrero, con su fortaleza, nos recuerda que detrás de cada desaparición hay un rostro, una historia y una familia que sigue esperando. En esta fecha, once años después, el llamado no es solo por Borja, sino por todas las personas desaparecidas y las familias que luchan con amor y esperanza para volver a abrazarlas.
Descripción
Borja es un chico de estatura media (unos 1.70 m.), complexión delgada, pelo castaño y rizado, ojos azules y piel blanca. No tiene ni piercings ni tatuajes. Tiene una cicatriz bastante grande en el antebrazo derecho. Siempre lleva anillos en los pulgares.
Desaparición
La última vez que se le vio (la madrugada del 8 de enero de 2014) a Borja fue en la Posada Pujurú, situada en el Cabo de Vela, península de La Guajira, en Colombia. Es una zona fronteriza con Venezuela.
Contacto
El cartel está editado en Colombia por la Unidad que lleva el caso, los teléfonos que aparecen en el mismo son de Colombia. Desde España contactad con La Ertzaintza, 112 y/o INTER-SOS: 676.166.977