Promover el desarrollo local desde el cierre de brechas, le permite a la Fundación Carvajal “una licencia social de operación basada en el respeto, la corresponsabilidad y la pertinencia según el contexto o el aliado». Así describe su presidente ejecutiva, Marcela Astudillo, el trabajo de la institución que en 30 años de los Premios Portafolio ha obtenido en dos ediciones el reconocimiento de Aporte a la comunidad.
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¿Qué significa haber recibido en dos ocasiones – 1995 y 2012- Premio Portafolio en categoría Aporte a la comunidad?
Para nosotros, ha sido un gran honor. Estos premios nos permiten visibilizar el trabajo que se hace desde el sector privado con las comunidades y nos confirman que todos los esfuerzos realizados valen la pena, es un respaldo a nuestra gestión y contribuye a fortalecer nuestra reputación e imagen, lo cual permite multiplicar alianzas con otros cooperantes y aliados a nivel nacional e internacional.
¿Cómo ha evolucionado el concepto de apoyo a la comunidad en estos 30 años?
Desde la Fundación Carvajal, hemos visto que el concepto de apoyo a la comunidad ha ido transformándose de un enfoque filantrópico (centrado en la caridad con donaciones que no siempre tenían seguimiento detallado) a uno de impacto, generando cambios en la manera de abordar los problemas sociales. Hoy hablamos de sostenibilidad social, que busca que las intervenciones generen acciones transformativas e inclusivas que puedan ser medibles.
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¿Cuál es la historia de la Fundación Carvajal?
Todo inicia cuando don Manuel Carvajal Sinisterra manifiesta que “No puede haber una empresa sana en un medio social enfermo, porque tarde o temprano los males de la sociedad repercuten en su desempeño, por eso el empresario responsable debe necesariamente comprometerse en la solución de los problemas sociales”. Inspirados en este pensamiento, la familia Carvajal implementa diversos programas sociales que promueven la constitución de la Fundación Carvajal, a la cual le entrega el 23,5% del patrimonio del grupo empresarial Carvajal, para garantizar la autonomía y sostenibilidad. Esta donación fue dada en vida y a perpetuidad. La Fundación Carvajal es una institución familiar y sin ánimo de lucro.
¿En qué frentes trabajan?
Tenemos como propósito institucional contribuir a la superación de la pobreza. Un propósito en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular con el objetivo número 1, fin de la pobreza. Diseñamos e implementamos metodologías sociales innovadoras en territorios priorizados del Valle del Cauca y norte del Cauca. Con la evidencia recolectada, le apostamos a que estas metodologías presenten un alto impacto social, potencial de transferencia y escalabilidad a nivel nacional e internacional. Al cierre del 2024, estaremos atendiendo directamente a 700 hogares de 5 municipios (Cali, Buenaventura, Ginebra, Candelaria y Guachené), comprometidos en movilizar sus indicadores de pobreza multidimensional.
¿De qué recursos disponen?
Una parte de los ingresos provienen de dividendos que recibe como mayor accionista de la Organización Carvajal. Para generar mayor impacto desarrollamos alianzas con el sector internacional, privado y público, que nos permiten robustecer nuestra inversión social anual. Y desplegamos un portafolio institucional con líneas de servicios que generan nuevas fuentes de ingresos y contribuyen a cerrar brechas del ecosistema social. A septiembre del 2024, nuestra inversión social es de $23.214 millones, de los cuales, el 49,8% corresponden a recursos propios y el 50,2% a recursos de cooperantes y aliados.
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¿Cuáles son las metas?
Desde nuestra experiencia, las organizaciones sociales siempre tendremos el desafío de involucrar a la comunidad en el diseño de las soluciones sociales y asegurar su apoyo en el despliegue. Sin la participación efectiva de la comunidad, las iniciativas pierden relevancia y pueden caer en el olvido. En el caso de la Fundación, nos hemos fijado el desafío al 2026 de contribuir a superar la pobreza de 800 hogares en los territorios priorizados. Por otro lado, es fundamental estar a la vanguardia en metodologías, técnicas que permitan la eficiencia. Por ejemplo, incorporar la inteligencia artificial de una manera responsable al sector social y seguir innovando. También, es clave que se generan sinergias con otros actores, compartir y transferir conocimientos que funcionan en ambas vías y que permitan la escala, masificación de programas con evidencia y la generación de impactos colectivos.
¿Con lo que hacen en lo social cambia la percepción de las comunidades sobre las empresas?
Sí, indudablemente. Empieza a posicionarse el concepto de sostenibilidad social, en el que las comunidades son vistas como un grupo de interés relevante para lograr una inversión que incluya los componentes social, económico y ambiental. El propósito de este concepto es la articulación y entendimiento de los intereses de las empresas con la incidencia o impacto de sus comunidades. Este grupo es más que una población con vulnerabilidad, es un actor relevante para cuidar y transformar. Nuestra experiencia nos lleva a promover el desarrollo local desde el cierre de brechas, lo cual nos permite una licencia social de operación basada en el respeto, la corresponsabilidad y la pertinencia de acuerdo con cada contexto o aliado. Además, hacemos parte de iniciativas de ciudad que apuestan al acercamiento empresa – comunidad, como es el caso de la iniciativa de impacto colectivo, Compromiso Valle.
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