La dolarización significa la adopción del dólar estadounidense (dólar de aquí en adelante) ya sea de forma total o parcial, como medio de pago, unidad de cuenta y depósito de valor; características intrínsecas que debe tener cualquier dinero. Se oficializa (de jure) cuando, a través de una ley o reforma constitucional, el país reconoce al dólar como moneda de curso legal. En cambio, la dolarización vista como un proceso de sustitución informal (de facto), sucede en economías que mantienen un alto grado de circulación de dólares. Este es el caso de países como Somalia, Venezuela, Zimbabue, Bolivia, Nicaragua, Uruguay, Croacia, Rusia y Argentina, Perú, Bulgaria y Letonia.
(Vea: Qué harán los mercados frente al regreso de la hegemonía del dólar estadounidense).
El caso de Argentina. Argentina ha estado bajo reciente escrutinio, pero su historia en este aspecto es extensa. La Ley de Convertibilidad de 1991, que fijaba una paridad de un peso por dólar, colapsó 11 años después, debido a varias razones. Entre otras, el fortalecimiento del dólar durante el auge tecnológico de los años 90 llevó a un fortalecimiento sin fundamento del peso que golpeó las exportaciones y exacerbó la crisis. Los problemas fiscales permanecieron y en 1990 la inflación anual alcanzó niveles de cuatro dígitos. Desde 1991, la economía argentina ha experimentado una dolarización informal, con cerca del 70% de sus depósitos (y moneda de circulación) en dólares. Hoy Argentina enfrenta una inflación del 200%, una deuda de 44 mil millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional y perspectivas de una fuerte recesión.
¿Por qué hay países que dolarizan? La mayoría de las razones están relacionadas con problemas inflacionarios. Situaciones de hiperinflación son a menudo causadas por un manejo deficiente de la oferta monetaria, como la impresión excesiva de dinero, el financiamiento de déficits fiscales recurrentes y la pérdida de credibilidad en la moneda. Otras razones provienen de crisis cambiarias que, además de ejercer gran volatilidad sobre la tasa de cambio, generan riesgos financieros.
A continuación, enumeramos los principales costos (-) y beneficios (+) de la dolarización:
– Reducción instantánea de la inflación.
– Posible reducción del gasto público, al eliminar su financiación vía la impresión de dinero.
– Menores barreras al comercio.
– Eliminación de crisis cambiarias.
– Abandono de la política monetaria. Esto implica no poder incidir en choques que afecten precios relativos ni tampoco sobre la sustitución de consumo, ahorro e inversión a través del tiempo.
(Vea: Precio del dólar: tendencia bajista sigue, pero está revalorizado con respecto a enero).
– Posible incremento de la deuda pública. Si bien se enumeró como beneficio el limitante de imprimir dinero para financiar el gasto fiscal, es posible que el país opte por un mayor endeudamiento, lo que podría aumentar el riesgo país y comprometer su capacidad de repago. En esencia, dolarizar no implica un cambio repentino en austeridad ni lograr reformas estructurales.
– Pérdida del señoreaje, que son las ganancias que obtiene un banco central por ser el emisor de la moneda. Es decir, el dinero hace parte de los pasivos del Banco y se produce a un costo muy bajo y además sin intereses. Con estas ganancias se compran las reservas internacionales y activos domésticos, los cuales rinden intereses.
– Riesgos para la estabilidad financiera, que podría verse comprometida si no se cuenta con un banco central que actúe como prestamista de última instancia (una de las ventajas de poder emitir dinero).
¿Cómo se lleva a cabo la dolarización?
La primera fase de la dolarización implica la sustitución de la base monetaria por dólares. En general, cuando la dolarización se da por pérdida de confianza, lo primero que se dolariza son los depósitos a plazo. La forma más inmediata de lograr esta primera fase es vendiendo las reservas internacionales del banco central, en caso de que las tenga. Esto incluye vender todo tipo de activos, desde oro hasta papeles de deuda soberana de Estados Unidos u otros países.
(Vea: ¿Para dónde va el dólar en Colombia? Pronósticos de la divisa).
El problema surge cuando no hay suficientes reservas internacionales disponibles. En este caso, se presentan tres opciones, ninguna muy alentadora. La primera opción implica que el país mantenga superávits en la cuenta corriente de forma sostenida hasta acumular suficientes dólares. Esta opción es problemática (y poco realista) por múltiples razones, empezando porque cambiar la dinámica de la cuenta corriente no es fácil ni sucede de forma inmediata (Colombia, por ejemplo, ha tenido una balanza comercial negativa por más de una década). La segunda opción consiste en crear una ventana de liquidez con Estados Unidos, algo que nunca se ha llevado a cabo y que requeriría no solo una relación política cercana, sino también una relación comercial fuerte. Finalmente, la tercera opción es la de endeudarse en dólares. La paradoja de esta última opción radica en que es posible que el endeudamiento previo haya sido la causa de la dolarización.
Cualquiera de estas opciones probablemente conllevaría a una transición complicada y el mercado podría reaccionar ante la noticia de dolarizar con un aumento abrupto en los precios, un déficit fiscal más elevado y una depreciación cambiaria, exacerbando aún más los problemas que condujeron a la consideración de dolarizar.
(Vea: El billete que valdría miles de dólares y que podría estar en su billetera o bolsillo).
Conclusión. En resumen, la dolarización es una medida extrema, ante un problema extremo. Su gran atractivo, el de controlar la inflación, viene con costos considerables, siendo uno de ellos el abandono de la autonomía monetaria. Pensar que la dolarización es la solución a los problemas económicos de un país, como lo señala Paul Krugman, es una forma peligrosa de pensamiento monetario mágico.
MAURICIO VILLAMIZAR-VILLEGAS Y BIBIANA TABOADA ARANGO
Codirectores del Banco de la República.
*Las opiniones de este texto no comprometen al Banco de la República ni a su junta directiva.
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