Los barrios de extracción popular son dejados a su suerte gran parte de su historia, se les recuerda en elecciones, en hechos violentos o cuando le entregan a la ciudad un campeón.
La comuna Villasantana ha crecido a un ritmo tan acelerado que se hace casi imposible determinar cuántas invasiones hay, cuántos habitantes tiene en general y sobre todo cuál es el comportamiento de su parque automotor, ya que hay todo tipo de servicios, rutas alimentadoras, busetas naranja y vehículos pirata por doquier.
Ante este panorama es que se hace necesario y urgente revisar los límites de velocidad y la señalización de sus vías principales, como es la que de la entrada vehicular al Danubio, conduce a barrios como Las Brisas, El Remanso, Guayabal y Tokio.
En este punto un conductor puede tomar la dirección que le plazca.En concreto
El cruce de vías frente a las canchas de Las Brisas, es un punto literalmente para expertos, porque son seis direcciones (tres doble vía) en las cuales puede girar un vehículo con ausencia total de señales de tránsito, solo un desgastado y solitario resalto medio cumple con la tarea de reducir la velocidad de los vehículos que descienden por la gran colina.
La líder del sector C de Las Brisas, es Gloria Quiceno, ella comenta: “Esta es una sola escolar de alto tránsito de niños, porque tenemos el colegio Manos Unidas y los que vienen de Los Tanques, unos carros suben, otros bajan, unos dan la vuelta. Estamos esperando a la nueva Administración de mi alcalde Mauricio Salazar, para que nos colabore en este tema”.
“Creo que lo más necesario es un puente peatonal para los estudiantes, porque aparte de Manos Unidas, está Compartir – Las Brisas, sitios que como no tienen señalización que permiten altas velocidades arriesgando la vida de nuestra comunidad”, expuso el presidente de la Junta del barrio El Remanso, Jhon Jairo Pinzón.
Así se encuentra el único reductor de velocidad de este importante cruce de caminos.Un parque con esperanza
Las canchas que se encuentran entre El Danubio y Las Brisas, allí mismo en Villasantana, fueron entregadas hace más de 15 años, en el gobierno de Martha Elena Bedoya, bajo el nombre de parque La Esperanza.
Pero la falta de continuidad de obras entre las administraciones, no previeron la administración, ni vigilancia de este lugar que entre 2012 y 2013 empezaron a perder las instalaciones sanitarias, porque lo que el común de las personas no piensa, es que todo eso fue hecho con el dinero de sus impuestos y lo público resulta siendo de nadie. Por eso, ahora lo único que de verdad queda es La Esperanza de poderlo recuperar.
El espacio en el que quedaban los baños públicos se convirtieron en puntos de prostitución y consumo de sustancias psicoactivas, después en lugar de acopio de basuras, a tal punto que los mismos presidentes de Junta debieron sellar con barras de hierro y soldadura la entrada al lugar, porque la petición que hicieron a cinco secretarios de Infraestructura (que solo mandaron a tomar fotos) para recuperar lo que había, no surtió efecto, pero el vandalismo (que sí es efectivo) encontró la manera de acceder por la parte superior.
Ahora la petición a la Alcaldía de Salazar, es que se derrumbe esta construcción para darle paso al proyecto de graderías tipo coliseo, al que también habrá que pensarle una cubierta, como lo sueñan los líderes barriales, para que las familias vuelvan.
La oficina
A un costado del lugar donde estaban las baterías sanitarias, hay otra construcción en la que debía funcionar la oficina de administración del parque o ser el lugar destinado para el vigilante, ahora sirve de vivienda de un particular, porque una presidente de Junta hace varios años entregó la llave supuestamente para que cuidaran el lugar, cosa que nunca sucedió.
Doña Gloria observa con desolación en lo que se convirtió este espacio.
Los deportistas deberían encontrar aquí un lugar para cambiarse la ropa o refrescarse.
