Durante sus 18 años en una cárcel de Estados Unidos, Gilberto Rodríguez Orejuela, a través de su defensa, intentó más de una vez que se permitiera su traslado a una cárcel en Colombia y morir en su país.
Ese deseo no se pudo concretar porque el confeso jefe del cartel de Cali murió el último día de mayo debido a un linfoma (cáncer del sistema linfático), recluido en un hospital carcelario en el país del norte de América.
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