Con la gran pasión de cultivar nuevos conocimientos y enfrentar retos, esta mujer se convierte en comandante y a su vez, en un ejemplo a seguir para otras mujeres dentro y fuera de la policía.
Por Lina Herrera / Especial Periódico del Meta
Empiezan a correr las primeras horas del día y, como es costumbre, reza el Rosario para conectar con su fe, pedir por ella y su familia. Después, está lista para salir de su casa con tranquilidad. Con su uniforme puesto, se dirige a cumplir la misión de todos los días: velar por la seguridad de una ciudad, que la recibió para convertirse en la primera mujer comandante de la Policía Metropolitana de Villavicencio.
Así inicia la jornada diaria de la coronel Rubby Shirley Aguilar Villanueva, la ibaguereña que, desde su oficina adornada con algunas imágenes de la Virgen de Guadalupe y otros santos, cuenta cómo lo espiritual es un elemento esencial en su vida.
“Independientemente del Dios que cada uno tenga, yo pienso que todos debemos alimentar esa fe porque es lo que nos mueve. La fe es la certeza de lo que nos espera. Con esa fe uno tiene que enriquecer los diferentes escenarios y esperar siempre lo mejor para todos y para uno”, dice.
Desde muy niña, tuvo la convicción de ser policía. Aunque nunca vio uniformado a su padre. él le demostraba cómo ejercía su profesión, lo que hizo que ella quisiera seguir sus pasos y pertenecer a la Institución.
En el transcurso de su adolescencia fue policía cívica juvenil, en 1994, tras haber culminado el bachillerato, ingresó a la escuela de la Policía Nacional, se desempeñó en diferentes cargos administrativos, educativos, operativos y de control.
A pesar de haber logrado ejercer la carrera que tanto anheló, Aguilar se mantuvo dispuesta a recibir nuevos aprendizajes y establecer retos profesionales, por ello, decidió estudiar psicología e implementarlo en su labor como policía: “en esa interacción que se mantiene con el ser humano, es también entender un poco el comportamiento de esa persona. Es tratar de llegar a ese acompañamiento. Nuestra carrera se centra en las personas”, explicó.
Tras obtener el título, inició un posgrado en control interno y se especializó en seguridad, investigación de accidentes de tránsito y gestión ambiental. Además, realizó un curso de Alta Gerencia Internacional en la Universidad de los Andes.
Entre los roles y cargos asumidos, la profesión más importante de Shirley Aguilar es la de ser mamá: “mi hijo Daniel Santiago, de 21 años, es su gran compañero de vida, quien me apoya y acompaña en cada etapa. Siempre ha estado a mi lado. Me ha acompañado en los diferentes lugares en los que he tenido la oportunidad de trabajar. Es el que prácticamente a veces lleva ese peso de ausencia”, expresó la coronel.
Por ello, Aguilar tiene en claro el gran esfuerzo que las mujeres llevan consigo al dividir sus vidas entre la maternidad y lo laboral.
“A uno a veces le toca casi que cumplir papeles repartidos, sin llegar a reemplazar esa figura paterna, pero le toca a uno ser má’ pá’ en la casa y así mismo asumir el rol de trabajadora. A las mujeres a veces nos toca un mayor esfuerzo, porque adicional a su trabajo, usted es la que llega a su hogar, direcciona su hogar, lo organiza, cumple con las tareas, el acompañamiento de sus hijos es una doble función (…) a las mujeres nos toca a veces hacer un doble esfuerzo, nos toca en la faceta de nuestro hogar cumplir a cabalidad como también en el ámbito laboral y eso demanda ese reto de mayor responsabilidad porque queremos dejar a la mujer siempre en alto”, enfatizó.
Una anécdota que la coronel cuenta con admiración fue la del momento de tener que trasladarse a Villavicencio para ejercer como comandante. Residía en Bogotá por su anterior cargo; su hijo, quien estaba cerca de terminar el pregrado, decidió abandonar la carrera e iniciar una nueva vida, lo que incluía empezar a estudiar otra carrera desde cero. Todo con tal de seguir acompañando a su madre.
En medio de las tareas diurnas y nocturnas que conlleva ser comandante, Shirley también tiene espacios libres que aprovecha en compañía de Daniel Santiago para dedicarse a dar paseos, conocer lugares nuevos y otras culturas. Sin embargo, la oficial también aprovecha algunos momentos para estar en soledad: “uno disfruta esos espacios cuando se está tranquilo para meditar, reflexionar, hacerse un acto de contrición para decirse ‘en esto estoy fallando, tengo que mejorar’ se tiene que estar replanteando día a día”.
Tras haber tomado una pausa para hacer un breve recorrido de su vida, sonreír recordando etapas y sentirse orgullosa de su trabajo, Shirley Aguilar, con el Rosario que siempre carga en su muñeca derecha, bajo la manga de aquel uniforme azul oscuro, se dirige a retomar sus labores y ver qué le depara el resto para brindar la seguridad que los ciudadanos exigen cada día.