La noche del 12 de octubre de 2013 marcó para siempre la historia de la ingeniería inmobiliaria en Colombia. El edificio residencial Space, galardonado con el premio a mejor diseño, construido por la firma CDO, propiedad de uno, si no el más, reconocido constructor de Medellín, Álvaro Villegas y ubicado en el exclusivo sector de El Poblado, se vino al piso en menos de 12 segundos.
Bajo sus escombros quedaron 12 personas. 11 trabajadores de la firma que adelantaban trabajos de contención en los parqueaderos del edificio, y un residente, un joven estudiante de comunicación que quiso grabar el derrumbe del edificio y no logró salir con vida.
Lo que vino después fue dramático: erróneos mensajes por parte de los directivos de CDO que indignaron para siempre la sociedad medellinense y de buena parte del país; el descubrimiento de las malas prácticas del calculista súper respetado hasta ese momento en el sector constructivo. Las demandas y denuncias que terminaron en condenas penales, condenas civiles y hasta una ley que se creó para prevenir estos graves hechos y que lleva el nombre de la unidad derruida, además, una demolición histórica de lo que en algún momento fue motivo de orgullo y elegancia para muchas familias.
Hace pocos días, el Tribunal Administrativo de Antioquia condenó al municipio de Medellín y los constructores responsables, a pagar a todos los damnificados, una suma superior a los 30 mil millones de pesos para subsanar los daños ocasionados por la pérdida del bien, costas de administración que tuvieron que subsanar los propietarios caídos en desgracia y otros gastos significativos.
Pero hubo algo que no se ha podido subsanar tras esa tragedia de aquel 12 de octubre: el miedo, la zozobra y la incertidumbre para otras muchas familias propietarias de apartamentos construidos por CDO y hasta por el mismo calculista.
Un caso revelador es el de Continental Power, edificación vecina de Space, hoy convertida en un montón de paredes destrozadas, sin ventanerías y accesorios porque todo fue saqueado una vez fue ordenada su evacuación ante el peligro inminente de otro derrumbe.
Efectivamente lo van a derrumbar. La alcaldía ordenó su implosión debido a su fragilidad. Lo más doloroso del asunto es la situación de las familias que tuvieron que abandonarlo, por fortuna sin desgracias, pero sí con muchas deudas, temores e incertidumbres por delante.
Esa es otra secuela del Space, la unidad glamorosa que engañó a muchas familias y mató por mucho tiempo la confianza de nuevos compradores de vivienda.
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