Así, entre su actividad comercial y sus canciones pasa el tiempo este compositor cordobés adoptado por Maicao; ciudad a la cual le ha dedicado parte de sus discos.
Es Álvaro Pérez, el padrino de Maicao. Y no es un cuento chino, el autor de El Pueblito de Dios, la canción con la que rinde homenaje a la ciudad que le dio la mano, “Maicao es mano tendida, pueblo de temple de acero, que saluda al forastero con cariño y alegría. Cuando no lo conocía quería llegar a sus brazos, refugiarme en su regazo y hoy con orgullo les digo, Maicao me brindó el abrigo pa’ cubrir mis pies descalzos».
Con esta décima, inicia esa pieza musical con la que hoy en cualquier celebración los maicaeros identifican a su ciudad, es una clara forma de manifestar el autor su agradecimiento con el pueblo que le ha dado todo y que él bautizó El pueblito de Dios por ser la ciudad que le tiende la mano a todos sin pedir nada a cambio.
Todo ocurrió hace 40 años; dice Álvaro, cuando llegó a hacer un mandado, demoró cuatro días y la demora fue haber probado el café de los tuchineros y el agua salobre que vendía «Toño» en vasos de aluminio.
Esos fueron los primeros ingredientes y luego lo arropó la diversidad cultural, la presencia de afros, wayuu, zenúes y árabes, fueron los responsables de que el mandado de cuatro días se convirtiera en cuatro décadas.
Estando en Maicao ha sido rey de la leyenda vallenata, ha ganado en muchos festivales y le han grabado más de cien canciones siete de las cuales se las ha dedicado a su pueblito de Dios.
En estas tierras conoció a una magangueleña que al igual que él vino a Maicao por unos días, se enamoraron y hoy doña Petra González es la primera dama de la canción vallenata, bautizada así por su amigo Raúl Fuentes.
De esa unión con esa Negra, como dice el compositor, hay tres hijos, Yerson Jair, Yiset Alejandra y Yesica Loraine de los cuales ya existen tres nietos.

Pérez solicita a quienes llegan a Maicao a comprar, que les compren a los vendedores de las colmenas que son personas que están luchando y trabajando para salir adelante. El alegre y divertido compositor cordobés admite que las ventas no están como antes, pero al tiempo recuerda que Dios está con los comerciantes y que los malos momentos pronto pasarán.
El padrino musical del pueblito de Dios espera a los turistas sobre la carrera 11, a 50 metros de la plaza y la misma distancia de la Alcaldía para ofrecerles una colorida gama de productos artesanales de las etnias wayuu, arahuacos y zenú, como sombreros, mantas, chinchorros y mochilas.
Álvaro Pérez se siente orgulloso de promover la cultura a través de los escritos, sus canciones y la misma mercancía que vende en su rinconcito que también tiene el mismo nombre, El pueblito de Dios.