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UN VIAJE EN EL TIEMPO | Sucre era un terreno minado para el periodismo

UN VIAJE EN EL TIEMPO | Sucre era un terreno minado para el periodismo


En el departamento de Sucre, la vida se sostenía precariamente entre la lucha por la verdad y la amenaza constante de la muerte. Así lo relata el colega y compadre Alfonso Hamburger Fernández, un hombre curtido en las batallas de la información, quien también hizo parte de mi vida periodista cuando la adrenalina y el riesgo eran nuestros compañeros permanentes.

El periodismo en esta zona era una tarea de valientes, de aquellos dispuestos a enfrentarse a la muerte misma por desentrañar la verdad. 

Junto a otros colegas como Jaime Vides Feria, Yadira Perdomo, María Isabel Pérez, y los reporteros gráficos, Dairo Hernández, Santiago Pérez, Gino Sánchez y Dairo Pérez, me sumergí en un periodismo de guerra, donde cada noticia podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Recuerdo que en un pequeño cubículo triangular en Sincelejo, capital del departamento de Sucre, Hamburger escribía para El Heraldo, un lugar donde las noticias se tejían entre la crudeza de los crímenes y la incertidumbre del mañana.

«Allí, incluso la salida a almorzar implicaba apartar cadáveres del camino, como el del alcalde Pipelón, caído bajo las balas de sicarios», recuerda Alfonso, quien al igual que yo fue amenazado de muerte por el solo hecho de ser periodistas y decir la verdad.

Los días transcurrían entre masacres y atentados, donde el periodismo se convertía en una batalla por la verdad. Recuerdo la primera nota que marcó mis inicios en la televisión nacional. Entré por la puerta grande al Telenoticiero QAP un 12 de marzo de 1996 cuando la guerrilla del 35 frente de las Farc al mando de alias «Martin Caballero», hicieron estallar un burro cargado con explosivos frente a la Estación de Policías de Chalán, subregión Montes de María, en Sucre, generando terror, confusión y un enfrentamiento armado de 12 valientes policías contra unos 200 subversivos que atacan con todo lo que tenían hasta diezmarlos, hacerlos rendir, para luego darles un tiro de gracia a cada uno de ellos.

En el Comando de la Policía de Sincelejo, había mucho movimiento, lo vimos porque nuestras oficinas estaban ubicadas a un lado de esa edificación y comenzó a regarse el cuento del cruento ataque, incluso ya en Barranquilla sabían y comenzaban a pedir informes para radio, de inmediato entendimos que teníamos que ir al sitio, olvidándonos del peligro que eso significaba. La guerrilla había dejado explosivos tipo «sombreros chinos» a lado y lado de las vías de acceso para que el apoyo no pudiera llegar a tiempo.

La noticia estaba confirmada y teníamos que ir. Esa mañana antes de emprender el viaje para Chalán, trabajaba yo para CV Noticias y El Universal. Recuerdo que mi compañero y compadre, el reportero grafico, Santiago Pérez, tenía una motocicleta roja de perrenque y en medio de la confusión y la indecisión por el peligro que representaba llegar a la zona, decidimos irnos en aquella ruidosa moto a la de Dios.

Le dije que nos fuéramos por todo el centro de la polvorienta vía que comunicaba con la zona de la masacre para evadir los explosivos, íbamos a toda maquina, ese man era un buen conductor, nosotros habíamos estado un día antes en la misma motocicleta y los Policías nos habían invitado a quedarnos hasta el día siguiente, pero por la responsabilidad de ir a entregar el material periodístico al Universal, no aceptamos la invitación que hubiera sido el final de nuestras vidas.

Nos despedimos de aquellos valientes hombres después de compartir un delicioso sancocho, sin siquiera imaginar que era la ultima vez que estrecharíamos sus manos porque en los alrededores se estaba planeando la incursión guerrillera donde por primera vez se utilizó un animal como instrumento de guerra, horas antes rebeldes disfrazados de campesinos habían envenenado a los perros para que con sus ladridos no avisaran de su llegada.

Santiago y yo, fuimos los primeros en llegar al sitio de la masacre, mas atrás iría el resto de compañeros con el equipo de televisión, era una cámara para todos los noticieros y a la hora de la presentación hacíamos cambio de cassette para que las imágenes no fueran iguales y los noticieros no se enteraran de que trabajábamos con un solo equipo para todos. Cada uno andaba con el cubo del noticiero y un cassette. Hacíamos una entrevista que servía para todos, el mismo personaje salía en todos los noticieros.

Al llegar estaban saliendo los primeros campesinos que estuvieron horas atrincherados en sus casas y soportaron aterrorizados la arremetida de la guerrilla, sus viviendas estaban semi destruidas y perforadas por la lluvia de balas y armamento pesado utilizado en el sangriento ataque, la iglesia también resultó afectada, créanme que la escena era aterradora. 

A la entrada de la destruida Estación de Policía, ubicada frente a la Iglesia, estaba la bandera de Colombia salpicada de sangre y al lado los cuerpos calcinados de los Policías, era difícil saber quien era quien. Un hecho desgarrador que quedará en nuestras mentes para siempre. Sobre el porque no llegó a tiempo el apoyo para aquellos valientes Policías que pelearon hasta que se les acabó la munición, quedaron muchos interrogantes. 

En contexto lea el comienzo de estas historias: UN VIAJE EN EL TIEMPO | Rememorando más de 30 años de periodismo 

La sombra de la corrupción:

En aquella época ya existía la sombra de la corrupción y la infiltración. Gobernantes y grupos al margen de la ley manipulaban la información, llegando incluso a infiltrar salas de redacción y periodistas. El oficio se volvía aún más peligroso cuando los propios colegas traicionaban la confianza.

Sin embargo, entre la oscuridad y el caos, el periodismo persistía como una luz de esperanza. Aunque varios nos vimos obligados a huir y dejar todo lo que habíamos construido, otros como Hamburger, regresaron aferrándose a su deber de informar, incluso en los momentos más críticos.

Yo me escondí unos meses y trabajaba como taxista en Barranquilla, después regrese a los medios de comunicación de la mano de Carmelo Castilla a quien le coordinaba las emisiones del Noticiero Despierta Caribe y Medicina al Dia que se emitían en directo por Telecaribe. Un amigo me contó que yo estaba en una lista de paramilitares para matarme…

Hoy, Alfonso Hamburger quien al igual que todos los que en esa época hicimos periodismo, nos recuerda que este noble oficio es un compromiso con la verdad que trasciende el miedo y la adversidad, en un lugar donde la vida misma pende de un hilo, los periodistas de esa época que no hemos perdido la esencia, nos mantenemos firmes, dispuestos a contar las historias que el mundo necesita escuchar, sin importar el costo. !Nuestras historias apenas comienzan y se las vamos a contar desde otro punto de vista!

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Written by jucebo

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