Con la olla raspada y la necesidad de recaudar al menos los $12 billones que se le cayeron con el hundimiento de la reforma tributaria, el gobierno del presidente Gustavo Petro arrancó el año revisando los diferentes caminos que tiene para superar el apretón fiscal que vive el país desde hace meses, mientras la mayoría de los expertos piden gastar menos.
Prueba de esto son las recientes declaraciones del director del Departamento Nacional de Planeación, Alexander López, quien dejó claro que no habrá recorte del gasto y que el rubro faltante se aplazará y no se recortará, a la espera de que las cosas mejoren y que se la jugarán por una nueva reforma tributaria.
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“Los recursos son insuficientes y nosotros vamos a insistir en que el Congreso debe aprobar o una ley de financiamiento o una nueva reforma tributaria en donde los que tienen más, en donde los que han sido protegidos por el propio Congreso, pues paguen los impuestos que tienen que pagar para que definitivamente los sectores más vulnerables puedan recibir el apoyo del Estado y puedan recibir los recursos que se requieren”, sentenció.
De esta forma y aunque las relaciones con el Senado y la Cámara no son los mejores, tanto en Planeación Nacional como en el Ministerio de Hacienda reiteraron que la alternativa más viable para ellos es hacer un nuevo ajuste al esquema tributario, el segundo desde que el presidente Petro llegó al poder hace poco más de dos años.
Efectos lentos
Con el fin de conocer si esta medida es viable para los intereses del Gobierno, Portafolio habló con varios analistas y expertos tributarios, quienes señalaron, en primer lugar, que a menos de que se toquen rubros como el IVA, el gravamen a movimientos financieros o el impuesto al consumo, no habrá el efecto deseado y los recursos llegarían muy tarde.
Este es el caso de Mauricio Piñeros, socio director de Gómez-Pinzón Abogados, quien explicó que los efectos de los impuestos suelen ser anuales y que por tanto, cualquier cambio empezaría a regir el año entrante y en algunos casos los dineros se tendrían hasta el 2027, generando un efecto indeseado.
“Una reforma tributaria sí es una medida que le permitiría al Gobierno recaudar fondos para financiar los gastos. Sin embargo para poder recaudar fondos este mismo año 2025 en el cual se aprobaría la reforma, deben incrementarse impuestos de períodos cortos como el IVA o de causación instantánea como el GMF, o los impuestos al consumo como los impuestos a plásticos de un solo uso o a alimentos ultra procesados”, explicó.
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Este analista agregó que sin conocer el texto de una reforma es imposible saber cuáles serían los sectores más afectados, pero advierte que “si el camino no es el ajuste de las normas tributarias podría pensarse en privatización de activos del Estado, lo cual no sería una política acorde con este gobierno, o una reducción mayor del gasto”.
Si bien para el Ministerio de Hacienda y el Departamento de Planeación Nacional, el faltante en las cuentas es de apenas $12 billones, ya que el Presupuesto General de la Nación fija ingresos por $511 billones y gastos por $523, no hay que pasar por alto que las proyecciones de otros centros ubican este hueco entre los $28 billones y los $52 billones para la vigencia que recién empieza
Debido a esto, Lisandro Junco, exdirector de la Dian, manifiesta que este camino “ no es acertado, no es técnico, ni es adecuado, porque el presupuesto no está desfinanciado por $12 billones, está desfinanciado por muchísimo más. Entonces, el punto es que ese dinero que buscan es insuficiente si ellos quisieran más recursos para poder financiar su presupuesto general de la Nación”.
“Alternativas tienen y no han entendido que es trabajando y no pidiendo. Acá el Gobierno Nacional se ha puesto de limosnero del Congreso de la República para que les apruebe una reforma tributaria y se han lamentado cuando tienen $48 billones, con corte a septiembre, en cartera de la Dian y adicionalmente pueden vender activos de la SAE, la Sociedad de Activos Especiales, no regalarlos, hacer una correcta gestión para poder buscar nuevos ingresos”, explicó.
Sin de dónde sacar
Más allá de insistir en un camino que parece no tener salida, los expertos que hablaron con Portafolio señalaron que hay que mirar otras alternativas, que si bien no son muchas, pueden constituirse en una decisión que aumente la tranquilidad de los mercados y reitere el compromiso de Colombia con el cumplimiento de la regla fiscal.
Para Horacio Ayala, también exdirector de la Dian, en este momento son pocos los sectores que pueden aportar más a renglones como el impuesto de renta, mientras que desde su concepto no se justifica tocar el IVA.
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“Yo echaría una mirada, por ejemplo, al caso de las zonas francas que no han sido tocadas lo suficiente con el objeto de hacer un análisis para establecer si efectivamente el sacrificio que está haciendo el Estado con los beneficios otorgados a estas entidades se justifican o por el contrario no tienen razón de ser, en la medida en que no ha habido un incremento sustancial de las exportaciones como resultado de esta medida”, indicó.
Adicionalmente, se une a las voces que dicen que “el Gobierno debería tomar medidas por el otro lado, es decir, ahorrar, no malgastar el dinero como está haciendo, por ejemplo, con la creación de oficinas de representación colombianas en el exterior, que no se justifican porque muchas veces se abren en países que no tienen posibilidades de beneficios para Colombia en materia de importaciones, por ejemplo”.
Por último, Juan Camilo Riveira, socio de Holland & Knight, explicó que antes de decir si la medida funcionaría o no, es necesario conocer con detalle los sectores o cambios que se buscaría hacer en un eventual proyecto, aunque deja claro que el mismo no debería tener un enfoque confiscatorio.
“Tratar de implementar una nueva reforma tributaria, en el año fiscal 2025, podría llegar a ser contraproducente, ya que desincentivaría la economía del país, bloqueando el crecimiento de las empresas y los inversionistas en Colombia, y afectando a la seguridad jurídica de los contribuyentes”, dijo Riveira.
Este experto cerró diciendo hay que aprender de los errores del pasado y aceptar que una verdadera gerencia del gasto del Estado y la mesura en el mismo, sin dejar de lado las medidas que busquen reactivar la economía dirigida a los sectores que más se han visto afectados en los últimos años, sería un paso fundamental.