La historia es más sencilla de lo que parece: imagínese que usted entra a trabajar a una empresa que ante todo busca el equilibrio entre su vida laboral y personal. Hasta ahí todo normal.
Lo complicado es que para ello y antes de que ingrese a la compañía, lo someten a un procedimiento que divide quirúrgicamente sus recuerdos entre lo que vive en el trabajo y lo que pasa afuera. Es decir, le ponen un chip en la cabeza y su mente cambia cuando entra y sale de su oficina. Cuando está…